Bala gastada para mostrar las vergüenzas.

Han estado todos estos días recordando literalmente el primer slogan convocante “ocupar el congreso”, agarrándose a este clavo ardiendo como la razón para comparar la manifestación de esta tarde con un golpe de estado.

¡Qué demagógico! ¡Qué falaz! Estos días tanto la señora Cospedal como la Delegada del Gobierno en Madrid, volvían a agitar este fantasma, junto al de la presencia de grupos nacis para disuadir a la ciudadanía convocada de su presencia en la concentración.

Es una vergüenza y no es más que la demostración de su propia debilidad.

Esta tarde había que estar ahí. Había que mandar una imagen a los políticos y a Europa de que no se puede pasar por encima de la ciudadanía. Mirad el ejemplo de Portugal que va a revisar los recortes por la presión popular.

Pero me temo que la manifestación no ha sido un rotundo éxito y sí más un rotundo ruido. Es imprescindible movilizarse, ocupar las calles o lo que sea y hacer ver a los políticos que no nos gusta que Europa nos ponga un yugo para cumplir políticas económicas incumplibles. Tenemos que asumir el protagonismo, y tenemos que pararle los pies a la austeridad, a los recortes y a la política europea a favor de los poderosos y los bancos.

Contra el pueblo han movilizado 1.400 policías y han bloqueado de un modo desmesurado el centro de Madrid, con un blindaje del Congreso impropio y ridículo.

Hemos gastado una bala a medias, pero lo peor es que los mandatarios se han quedado con lo superficial.

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Aprovechemos los errores y Pisuerguismo.

Estos días el oportunismo populista de ideología distendida, por no decir difusa que cariñosamente llamamos UPy¿Qué?, representados por su delegado en la capital del estado, hacía una propuesta a favor de la retirada de Madrid de la carrera olímpica, tal y como hizo Roma. La no-votada alcaldesa reiteró su intención de seguir apostando por la olimpiada en 2020.

La excusa era el ahorro, y el decir que el país no estaba para despilfarros.

Pero ese es un error de bulto. Si creemos que éste no es el sistema, que la austeridad, el ahorro, el seguir recortando no es el camino, hay que aprovechar que la derecha quiere volver a invertir, a intentar mover la economía en contra de sus propias teorías de remedio de la crisis, por eso hay que apoyar seguir en la pelea.

Es muy triste que no nos demos cuenta que el empobrecimiento personal y de la sociedad en su conjunto al fluir menos dinero, no produce crecimiento, si no pobreza. Y es una pena que no nos demos cuenta que el objeto de todo esto es que lleguemos a un punto de pobreza tan profunda, de desastre social y económico que sólo podamos ir hacia arriba aunque sea poco a poco y mientras tanto los gobernantes cruzan los dedos para que ese toque de fondo se dé antes de que acabe su legislatura.

Mientras tanto los ciudadanos, los trabajadores seguimos pagando en un 120% la crisis. Esta tarde un compañero me hablaba de un recorte de sus salarios pactados con la empresa. En este caso, la paradoja era que su empresa no va peor que otros años, los números son buenos, las perspectivas no peores, pero poniendo como excusa el grupo a nivel internacional, los tiempos que vienen, y bla, bla, bla… un mordisco a su nómina…

Mientras tanto, mientras vemos que las nóminas disminuyen, que los precios suben, sobre todo los carburantes que son motor de la economía, nadie nos recorta los gastos fijos, nadie propone una quita parcial del endeudamiento de las familias que ven cómo los gastos no disminuyen y los ingresos se ven muy mermados…

Y sobre todo, lo indignante es en algunos casos lo injusto de la situación. Aprovechando que el Pisuerga pasa… recortemos, es la moda, nadie va a decir nada, porque esta clase trabajadora ya se está acostumbrando. Pisuerguismo empresarial.

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Nos toman el pelo.

La dimisión de Esperanza Aguirre de ayer, lejos de lo anecdótico del personaje, que seguro que tiene motivos personales importantes, es una muestra de hasta qué punto el sistema partidista español no ofrece ninguna garantía de respeto a la decisión popular.

Dentro de un par de semanas, se dará la paradoja democrática de que ni la alcaldesa ni el presidente de la Comunidad de Madrid, han sido elegidos sin recibir directamente ni un solo votos de los ciudadanos.

El endogámico sistema democrático español permite estas cosas, sin que nadie, salvo Izquierda Unida solicite ayer el adelanto electoral en Madrid.

La verdad es que haciendo un análisis de las últimas elecciones, si es lícito ganar sin explicar el programa electoral, si es válido no mantener las promesas en campaña, y si no es necesario mantener ni siquiera a los candidatos votados, ¿qué estamos votando? ¿Unas siglas donde cabe la heterogénea ideología de casi una decena de españoles? ¿Estamos dando un apoyo ciego a un sistema que nos da la espalda a la mínima?

Ayer en las emotivas palabras de Esperanza, reconoció sin sonrojo que ya se había planteado no presentarse en las últimas elecciones autonómicas, pero que pensó ¡Qué demonios! Ya habrá tiempo para irme después de pasarme por el forro el voto que los ciudadanos me dieron.

Entiendo que los radicales recortes, impopulares a la par que inútiles, las fotografías de su ridícula campaña contra la subida del IVA que ahora debe tragarse, o la quizá la posible cercana petición de ayuda al fondo de rescate de la Comunidad de Madrid, habrán podido con el ánimo de la presidenta.

La verdad es que la derecha más reaccionaria, el tea party español se queda sin uno de sus referentes, ideológicamente no le echaré de menos, el desmantelamiento del sector público madrileño, el apoyo descarado a las políticas anti clase trabajadora y sus tan poco correctas formas tampoco.

Un poco de respeto al voto ciudadano por los partidos que aprovechan el sistema a su antojo buscando la rentabilidad electoral y el alimento de egos y vidas personales sin tener en cuenta su responsabilidad y el mandato recibido no estaría de más. Buscan que la participación ciudadana llegue a niveles irrisorios, pero nos les vamos a dejar. A ver si aprendemos.

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País 28 o 29. La diada.

Supongo que después de ayer ya no hay duda, de que sabemos cuál va a ser el estado 28, o el 29 si Croacia se adelanta, de la Unión Europea.

Es verdad que en momentos de crisis los extremismos tienden a aflorar, y algunos que no ven más allá de un par de metros de sus narices, podrán achacarlo a esto, pero creedme, no es así.

Esta crisis, motivada por intereses espurios que tienen su epicentro bastante lejos de Cataluña, ve como salpica de lleno a la región más industrializada y abierta a Europa de la actual España y es innegable que eso ayuda.

Es cierto que eso sólo no debería ser el germen de ningún movimiento independentista. Y obviamente no lo es. Cataluña es, por definición algo muy diferente al resto del estado. Por su idiosincrasia, por su economía, por su mentalidad, y se ven capaces de autoliderarse para salir adelante, con una identidad propia y una capacidad financiera que están fuera de dudas.

Estoy seguro que la crisis ha ayudado, está ayudando a los voceros que culpan al resto del estado de esta situación, pero no es menos cierto, que el sentimiento nacionalista catalán existe , ha pervivido, superando totalitarismos y momentos oscuros, ha aumentado durante la democracia y crece de manera exponencial por momentos.

La manifestación de ayer en la Diada, y no sólo la física, sino la que todos sus dirigentes y sus referentes encabezaron ayer con declaraciones en medios públicos no hace más que corroborar que el movimiento ya no tiene freno. La reacción de los medios de comunicación centralistas, como ese que pagamos todos, que intentó disipar la importancia del acto colocando las imágenes en un anecdótico quinto plano en su telediario de las 9 lo corrobora.

El referéndum está al caer , y las encuestas ya predicen una rotunda victoria del sí que se afianzará según se sigan dando palos de ciego desde Madrid en política económica y cuando los latentes y atomizados movimientos independentistas vean que están ante una oportunidad histórica.

Se puede seguir negando la evidencia, se puede seguir dando la espalda a la realidad. Pero que luego no nos pille de sorpresa.

Cuando en un pueblo hay sentimiento de estado, es imposible negarle la categoría de estado.

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