miércoles, noviembre 05, 2014

Test de estrés a la ciudadanía.

Llevaba con ganas de comentar lo que pasó hace 10 días, un domingo de sobre mesa, pero tanto leer sobre escándalos de corrupción no deja mucho tiempo para la escritura.

Hablo de ese domingo en el que en todos nuestros hogares tuvimos que aguantar unas cuantas ruedas de prensa de vanagloria al sistema financiero español, sobre los famosos “test de estrés” de las entidades financieras que serán supervisadas por el BCE.

Ahí aparecían 25 bancos, cuando se realizó el informe, 13 cuando se leyó, (olé por la inmediatez de información) que no aprobaban el pseudo examen de los reguladores. Ninguno de esos bancos eran españoles.

Y fue esta última afirmación la que hizo lanzar alaridos orgásmicos de felicidad, esbozar más que sonrisas en la cara del Ministro de Guindos y del Gobernador Linde, que se aventuraba a tentar la resistencia de la ciudadanía con frases llenas de triunfalismo y de autobombo.

Vergüenza. Vergüenza de sus declaraciones y de cómo los informativos recogían la noticia. Vendían un triunfo de la banca española que se colocaba a la vanguardia de la banca europea en esta recuperación. No había referencia alguna al esfuerzo ciudadano que cinco años y 100.000 millones de euros después han soportado estoicamente recortes y directrices venidos desde Bruselas para que el Gobierno fuese capaz de prestar esa millonada que está ricamente (nunca mejor dicho) en manos privadas.

Ninguneaban a la ciudadanía que ha cimentado estos “datos extraordinarios” como ellos decían, que veía estupefacta cómo los medios de comunicación loaba a sus propietarios y/o acreedores ahora en situación saneada.

No lo creeréis, hasta decían que BANKIA era de las entidades financieras que mejores notas habían obtenido, sólo después de la inyección de 25.000 millones. Ya se sabe, con buena picha…

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De acuerdo con Julia.

Dentro de los múltiples errores que se están cometiendo en la forma de afrontar por ambas partes el tema del referéndum del 9-N hay uno que me sorprende. Y es que ambas partes dan por sentadas una serie de bases en futuro que tienen la osadía de compartir a viva voz.

Por el lado español, aunque quiero tocarlo menos, se encuentra el tremendo insulto a la separación de poderes, el enésimo, ya se sabe, dando por hecho que los magistrados del Tribunal Constitucional van a actuar a mi dictado, ¡qué demonios, para eso los elijo yo! No ha habido ninguna prudencia a la hora de barajar alternativas sobre posibles decisiones que el Tribunal pudiese adoptar. El Gobierno ha proclamado a los cuatro vientos, que en cuanto pusiesen el recurso se admitiría automáticamente y el proceso, desde el punto de vista legal quedaría detenido. Casualmente, así fue.

Pero quiero centrarme en los apriorismos catalanes, al hilo de unas declaraciones muy sensatas, as usual, de Julia Otero, hace unos días.

En contra de lo que parece, y de lo que el Gobierno catalán cree, no todo el mundo que se declara a favor de la consulta es independentista. Decía la periodista que ella está deseando que den al pueblo catalán la oportunidad de votar, para votar que prefiere seguir en España. Qué sensato, ¿no?

Todo el mundo da por seguro, Rajoy y Mas entre ellos que si la consulta se produce el voto será mayoritariamente afirmativo… es probable, pero… ¿estamos seguros? No. ¿Y eso cómo se comprueba? Pues la respuesta es fácil… Votando.

En este caso los apriorismos son muy, muy negativos. Anquilosan la solución y os garantizo que ésta no es entrar con los tanques en Barcelona la madrugada del 8 al 9.