viernes, diciembre 18, 2009

El regreso de Haidar.

Antes de empezar a hablar del tema del que quiero ocuparme hoy, debo justificarme un poco. La verdad es que hay veces que no sé si me justifico ante mí mismo, o ante vosotros un poco, pero creo que lo necesito.

He estado un poco desaparecido las últimas semanas, razones varias. Cambio de trabajo, inicio de aventura empresarial, viajes varios, pero aun así no he sido capaz de desconectar de la actualidad y desde luego si algo ha destacado durante los últimos 32 días ha sido la huelga de hambre de Aminatu Haidar.

Hoy, a las horas que escribo, Aminatu ya está en El Aaiún. Ha costado, le ha costado, nos ha costado. Quizá a muchos puede haberle pasado desapercibido, de hecho algunos podéis pensar que el deseo de que alguien vuelva a su país os parezca una misión baladí, pero realmente no lo es.

Aminatu era una expatriada forzosa. No se le permitía volver a su territorio saharaui, sólo porque le era incómoda al gobierno marroquí que sigue ocupando, de manera alegal el territorio saharaui.

Pero lo peor, no es que Aminatu fuera incomoda para una dictadura como la marroquí, sino que su situación era incómoda para el “status quo”, para el gobierno español y para la totalidad de la UE.

La situación del pueblo saharaui, de la cual los sucesivos gobiernos españoles han tendido a desentenderse, es dura. Dominados por un gobierno marroquí que, además de ocuparlos, maltratarlos y olvidarlos desde el punto de vista de los derechos sociales y humanos, los extermina ideológicamente y en algunos casos materialmente.

Aminatu ha conseguido su objetivo, su objetivo doble. Por un lado ha vuelto a su pueblo, a su país, salvando su vida para poder seguir luchando, por el otro ha sido una piedra de toque brutal para nuestra memoria y nuestra conciencia.

Ahora mismo, en el Sahara Occidental, la policía marroquí ocupa las ciudades para evitar manifestaciones, para evitar que el pueblo saharaui siga el ejemplo de Aminatu.

Que no se nos olvide que el Sahara Occidental, que existe y está desvalido a los pies de “nuestro gran amigo alauí”.