martes, abril 29, 2014

Un mes después, ¿y?

Un mes después y nada. Ha pasado un mes ya desde la concentración que, según dicen, batió todos los registros de la democracia en lo que a participación se refiere. Sin duda que el 22-M fue un éxito en todos los sentidos, pero apenas cuatro semanas después parece que se encuentra en vía muerta.

Este tipo de movimientos, de concentraciones, habituales, aunque no tanto como quisiéramos, en la última época dejan casi siempre el regusto amargo de la falta de continuidad.

Particularmente lo achaco a dos motivos fundamentales uno intrínseco, la falta de una cabeza visible que encarne de un modo físico y que pelee día a día por mantener viva la llama de lo que se encendió en las marchas y por otro la deliberada y programada falta de recursos de canalización del descontento popular que el sistema provee a los ciudadanos. Ambas cosas lastran el avance y el resultado es una atomización de la participación popular en asociaciones, plataformas y pequeños partidos políticos que haciendo la guerra por su cuenta no llegan a nada.

De lo que sí hay aun noticias es de la violencia tercermundista que se vivió ese día. Y con un poco de perspectiva dudo de su resultado final. Sin duda que los violentos le hacen todo el juego al sistema... Hasta de un modo sospechoso. Diría yo. Ayudan a que los medios locales camuflen el éxito de la protesta ciudadana mimetizándolos con el ambiente violento y permiten que se justifique la promulgación de leyes que coarten la capacidad de expresión de la ciudadanía, propias de países subdesarrollados. Pero es un frío análisis con 30 días de perspectiva, permitieron que tanto en el país como fuera, la manifestación tuviese repercusión, minutos en los telediarios y columnas en la prensa.

Las columnas habían salido de de distintos puntos de la península la semana del 6 de marzo, apenas se supo nada hasta que estaban a las puertas de Madrid.

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viernes, abril 18, 2014

Masacrando la justicia universal

La victimas las hay de muchas clases y no me voy a meter en honduras de clasificarlas, pero que las hay de “champions”, de primera, de segunda y de regional, está claro.

Pero hay victima reincidente, una que ni siquiera juega la liga que es la sociedad. A la sociedad como tal, como conjunto, como puñado de individuos y de normas básicas, éticas y cívicas de comportamiento que los rigen se le puede pisotear, vilipendiar, violar y asesinar cuanto se quiera, es lo malo de no tener una cara de referencia, o incluso una posible filiación política.

A la sociedad española, e incluso a la mundial de refilón, le han asestado de forma salvaje y silenciosa un centenar de puñaladas con la nueva ley de justicia universal. El incómodo comportamiento de algunos jueces y de algunos movimientos sociales han obligado al Gobierno al mayor de los servilismos.

De ahí la aprobación, en solitario, gracias a la mayoría absoluta, de una ley que limita hasta el extremo la posibilidad de perseguir delitos que se producen fuera de España y la extensión de la jurisdicción española más allá de nuestras  fronteras se condiciona a la existencia de un tratado internacional  que lo autorice y al Estatuto de la Corte Penal Internacional, poniendo la competencia de ser juzgado en manos del agresor.

Había por ahí casos abiertos como las matanzas en el Tibet, los vuelos de la CIA, el asesinato de Couso en Irak… que incomodaban a potencias con las que España ansía tener mejores relaciones comerciales para colocar los cimientos de la poco probable recuperación. Todos estos casos han sido cerrados, obligando a los jueces a olvidarse de ellos y en algunos casos a poner en libertad a probados delincuentes.

Así cada mañana nos desayunamos con masivas puestas en libertad de narcos que no han sido “cazados” estrictamente en suelo español… Pero que tienen la suerte de que sus víctimas, que las hay, no tienen un aparato pseudopolítico como la AVT y por eso no se les dedican manifestaciones a las salidas de las cárceles ni párrafos en los “mass media”.

El Gobierno entiende que España necesitaba esa ley para borrarse de hacer justicia a nivel mundial, pero además de este escarnio, hay daños colaterales que con ensañamiento asesinan a la sociedad.

Todo esto apenas ocupa portadas, ni insultos en tertulias, la muerte de la sociedad es silenciosa. Hasta la próxima muerte.