Cuando se reúne la élite económica alemana y declara sin tapujos que la economía del país va a comprimirse más de un 2% el año que viene. Cuando varios estamentos económicos mundiales convergen en concluir que llegaremos a una tasa del 28% de desempleo, el futuro no parece excesivamente alentador.
Ante eso, no puedo no recordar la modificación constitucional a traición que los partidos mayoritarios pactaron en la última fase de la legislatura de Zapatero y cómo ese techo de endeudamiento ata de pies y manos la política propia dejándonos a merced de todos esos que dicen que tardaremos lustros en levantarnos de este bache.
La verdad es que estoy preocupado. Muy preocupado por lo que nos espera a corto plazo.
Al otro lado del mundo, Obama, fue elegido ayer. La verdad es que quien más o quien menos puso el ojo en esas elecciones americanas, con el fin de saber si la opción ultra derechista del partido republicano se imponía. Si la primera potencia del mundo apostaba por unos principios casi medievales, en lo injusto y lo poco paritario.
Obama fue reelegido, y aunque creo que a excepción de su sistema sanitario universal para Estados Unidos, ha sido un poco decepcionante, puedo acostarme asegurando que hoy podíamos habernos acostado peor, mucho peor.
