martes, septiembre 27, 2011

Igual todo el mundo se ha vuelto loco.

Hace unos días cenando en casa de unos muy buenos amigos, me comentaba uno de ellos que Zapatero había demostrado el fin de la socialdemocracia, que no funcionaba ya en ningún país del mundo, que se había puesto a la altura del comunismo. Otro fracaso de pseudoizquierdistas.

Pero de repente estas semanas, el mundo se ha vuelto loco y a pesar de que hasta el más tonto sabe que la socialdemocracia no es el camino (burda ironía), el Senado francés vuelve a ser socialista una parva de años después, la candidata a la presidencia danesa Helle Thorning Schmidt del partido socialista danés arrasa en las elecciones, Berlusconi está al borde del abismo electoral, y no es precisamente de izquierdas, al igual que la todo poderosa Angela Merkel que ha perdido las últimas seis contiendas electorales.

¿Cuál es la explicación? Simple, y no descubro nada. La crisis se carga ineludiblemente al gobierno en el poder. Es cierto que se puede decir que no sin razón porque no han sido capaces de reformar el sistema financiero o por su incapacidad de encontrar la fórmula mágica que nos saque de la crisis mundial. No es un duelo ideológico, porque el ultracapitalismo ha liquidado cualquier tipo de ideología y eso es lo que hay que aniquilar.

Ante eso, los pequeños matices son los que diferencian unos gobiernos de otros con tan poco margen de maniobra como que si quiebra Grecia nos vamos todos al carajo…

Es posible, querida Elena, que la socialdemocracia esté languideciendo tal y como la conocemos por la asesina corbata del capitalismo atroz, pero entre ella y el “Cospedalismo” que es la teoría política por la que se cierra la caja a cal y canto, y no se paga ni a farmacias, ni los IBIs de los edificios estatales y se recorta en sanidad y educación, con el parapeto de que “es que el de antes tenía la varita mágica y yo la estoy buscando”…

Ante estas ambas disyuntivas, me quedo con la minimización de daños.

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martes, septiembre 20, 2011

Sobre la sentencia a Otegui.

“Maldito adelanto electoral”, deben pensar tanto Diez Usabiaga como Otegui. Ayer, a ambos se les comunicó oficialmente la sentencia que les condena a 10 años de cárcel por pertenencia a banda armada.

La estrategia judicial que permite tachar de terrorista a todo aquel que tenga una relación más o menos estrecha con el mundo de izquierda abertzale, ha contaminado también a estas dos figuras del entorno independentista, y en un juicio cuya razón de ser era la de juzgar la intención de ambos de refundar Batasuna, acaba con estos dos sujetos condenados por pertenencia a banda armada.

Curioso, cuando hemos visto durante todo el proceso judicial cómo Otegui renegaba de la eufemísticamente llamada “lucha armada” cuando ha declarado delante de su Señoría que un atentado de ETA ya no tendría sentido, cuando en público, delante de un Tribunal, se ha desmarcado de la violencia como vehículo para conseguir nada. Curioso.

Y sobre todo más curioso cuando ahora estamos frente una oportunidad única de dejar languidecer a ETA y hacerla morir lenta y silenciosamente. Con su estructura muy deteriorada, con el mundo abertzale negándole su apoyo y apostando por la vía política.

Me sorprende que la justicia no tenga en cuenta esto. Me sorprende que no se tenga en cuenta que la normalización está llegando a Euskadi poco a poco. Que la kale borroka ha desaparecido, que ha cesado la extorsión a los empresarios… Me pregunto si es necesario convertir a estos dos hombres en mártires de la causa independentista, me pregunto si es necesario dar algún motivo, por pueril que sea a algún descerebrado para volver a la violencia…

Me sorprende y a grandes rasgos me entristece. Creo que fuera de Euskadi no prestamos atención a un problema que se está autosolucionando, sólo porque ya no llena portadas en forma de muertos, secuestrados o extorsionados.

Personalmente creo que estos dos hombres fueron poco valientes en su tiempo. Cuando tenían la voz cantante en el mundo abertzale, después de la declaración de Anoeta tuvieron ambos una oportunidad pintiparada de desmarcarse de la violencia etarra, para hacer lo que la siguiente generación de políticos vascos independentistas está haciendo. Pero también hay que atribuirles algo de culpa en este proceso de normalización, bien sea en su tiempo pretérito o bien ahora que se desmarcan públicamente de la violencia.

Espero que esto no se convierta en un paso atrás, en un retroceso de algo que poco a poco, sin hacer mucho ruido sólo tiene un fin. La normalización en Euskadi. Lo deseo de veras.

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jueves, septiembre 08, 2011

Escuchando otras cosas, ¿motivo de esperanza?

A nadie se le escapa que llevamos tiempo en crisis. Pero me preocupa, por novedoso, que uno de los efectos que la crisis está ejerciendo sobre la masa, sobre el pueblo, es que empieza a sumirle en un estado de depresión permanente. Os pido que lo probéis, escuchad una conversación de bar de la mesa de al lado, seguro que se habla con resignación de lo mal que están las cosas, de alguien que queda en paro, de una empresa que cierra… Es un hecho constatable.

Pero lo más curioso es que la sociedad normal, el ciudadano de a pie, en estas conversaciones, ha empezado a asumir la autoinculpación en todo este proceso, sólo porque, y me incluyo, quisimos comprar una casa a precio de mercado o porque no supimos parar a tiempo los excesos en las prestaciones sociales.

Ahora, asumimos con una impecable estoicidad que los recortes, que el paro que ellos provocan, que la reducción de funcionarios, la mutilación del estado del bienestar y que las empresas prescindan de trabajadores como de pañuelos de papel, es lo que toca. Asumimos que los bancos y los agentes financieros son un negocio y que dentro del negocio está que nos engañen.

No. No, y mil veces no, eso no es así.

Pero que no es así lo sabíamos antes en la teoría, y la práctica, después de un par de años de esas medidas restrictivas de manual nos empieza a avalar. Los recortes, la austeridad, están generando mucho más estancamiento económico, recesión y mucho más paro. Así pasa que tras un par de años de esas medidas ni España, nie el resto de Europa, ni Estados Unidos, levantan cabeza como deberían.

¿Por qué? Porque presumiblemente, la salida no pasa por culpar a la ciudadanía, por comportarse como los poderes fácticos económicos les mandaron comportarse, en época de bonanza.

No obstante, empiezo, por fin, a oír otras soluciones, otras maneras de poner a girar la rueda de nuevo, que es el camino. Oigo a Cayo Lara diciendo que en vez de poner freno al endeudamiento en la Constitución, se le ponga freno a fraude fiscal, tanto a pequeña como a gran escala, Oigo a Presidentes franceses de derechas y a candidatos socialistas españoles apostar por una subida de impuestos, sobre todo a las clases más favorecidas cuantitativamente en anteriores bajadas ¿Por qué? Porque esto pone más dinero en manos del estado, porque esto equilibra la balanza, mantiene el déficit controlado sin reducir drásticamente el gasto público.

Si lo importante es no endeudarse, vale gastar menos, pero se ha demostrado que eso no funciona, ¿por qué no probamos a gastar lo mismo recaudando más?

Yo, apoyo esa segunda salida. Al menos merece un par de años de prueba, como la otra.

 

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