jueves, septiembre 11, 2014

Vienen a abrirnos los ojos.

Por eso ganan día a día adeptos; por la claridad de sus palabras, por su escasez de servilismo y por las “verdades de barquero” contadas a los cuatro vientos, incluso las políticamente poco correctas.

Hablo de Podemos y el último ejemplo es el análisis de la muerte de Emilio Botín acaecida ayer.

Mientras los políticos de muchos de los partidos, empresarios, sindicalistas… (sí, sí, sindicalistas) se deshacían en elogios a la figura de Botín, Pablo Iglesias como portavoz de PODEMOS recordaba la figura del banquero con cierta crudeza, con un toque de realidad y un análisis frío lejos del habitual “peloteo post mortem”.

Botín fue un banquero de éxito, eso es innegable. Supongo que un buen ejecutivo, pero nunca un entregado amante de su país como muchos decían ayer. Nadie puede serlo con 2.000 millones de euros en Suiza.

Si llevamos dos semanas dando caña a Pujol por ese motivo, desconozco por qué ayer el criterio variaba con otro defraudador, éste sí, amante de su país.

El padre de Botín está en la lista Falciani de grandes defraudadores europeos. Entre toda la familia pagaron 200 millones de euros al fisco para regularizar sus ahorrillos y curiosamente también utilizó la manida excusa de la herencia de papá. El difunto ha manejado los hilos de la política española durante décadas, y eso le propició librarse de ser juzgado varias veces por actividad delictiva en sus manejos pecuniarios.

Y aquí está la diferencia, mientras todos los representantes de la sociedad plañían agradecidamente frente al féretro, al otro lado, estaba Pablo iglesias y PODEMOS contando públicamente todo esto. Haciendo el discurso de los que han sufrido las políticas de la banca en general y de Botín en particular, en sus carnes, en sus casas, en sus cuentas corrientes…

Igual eso de decir la verdad y no ser hipócrita es a lo que llaman ser bolivariano proetarra.

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