martes, febrero 08, 2011

¿Ahora, a quién le da miedo la izquierda abertzale?

Como sabéis, lo habéis leído por aquí hace tiempo ya, siempre he abogado que el final de ETA, sería el mismo que el de “Terra Lliure” o el del “EGPGC” en Galicia. La solución siempre pasaría por la desaparición, a partir del abandono paulatino de la violencia y su pseudo-integración en alguna sigla política que permita diluir la lucha ideológica violenta en el diluyente político. Nunca habría una renuncia expresa, ni una declaración del tipo “Soy el último etarra”.

El momento llegó esta mañana. Estoy seguro que habéis oído un millón de opiniones, más o menos catastrofistas, la mía es esperanzadora, os invito a compartirla.

Algunos medios de comunicación, de un modo más o menos torticero, buscaban hoy la imagen de Pernando Barrena en la presentación del nuevo proyecto, como si la sola presencia de un miembro del “antiguo régimen abertzale” invalidase el proyecto, el movimiento, la actitud, el espíritu, de un movimiento independentista lejos de la violencia asesina.

Sé, estoy seguro, que la inmensa mayoría de los vascos que no se sienten representados por los partidos “legales”, los que necesitan un grupo independentista de izquierdas, para ver colmadas sus aspiraciones políticas, rechazan de plano la violencia y hoy, la plataforma que se ha presentado lo ha expresado claramente. Al igual que lo hizo Aralar, hace tiempo ya, hoy, tras más de doce años de travesía por el desierto de la ilegalidad, se ha presentado el partido que demostrará que la idea de un Euskadi independiente y gobernado por un partido marxista, es tan lícita y tan políticamente correcta como cualquiera de los partidos mayoritarios.

Y a eso aspiro, porque el triunfo de este movimiento lleva emparejado el fin de ETA, como casi toda la gente con cierto sentido común presumíamos.

Además, suscribo totalmente unas declaraciones que flotan en el ambiente estos días y es que el triunfo de este movimiento, que condena la violencia y habilita el pensamiento abertzale de izquierdas, es también (a otra escala, obviamente) el fin de un montón de discursos trasnochados sin otro trasfondo como los de Mayor Oreja o Rosa Díez.

Pero sobre todo, es el principio del fin de la demonización de los movimientos autonomistas e independentistas, y el fin de tantas coartadas… Vamos, que vale la pena ir a cuantas manifestaciones sean necesarias para que un partido que condena y reniega de la violencia, tenga el derecho de representar a tantos miles de vascos que merecen tener un partido al que votar, que desde la izquierda defienda su autodeterminación e independencia, esto no es nada ilícito, sobre todo ahora.

Está todo esto tan cerca del sentido común que hasta parece mentira, espero que no lo sea.

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