viernes, febrero 25, 2011

Las responsabilidades de occidente.

Cuando el miércoles leí las declaraciones de Carmen Chacón, como única portavoz de la autocrítica en occidente, haciendo referencia a que occidente había sido muy generoso con algunos de los dictadores ahora derrocados o en camino de ello, lo único que pensé es que alguien había cogido la bandera de la coherencia y que fuera de este show bussines en el que hemos convertido el movimiento concatenado de revoluciones en los países islámicos, era hora de pensar por qué todos eso dictadores habían llegado tan lejos en sus respectivos países.

Cuarenta y ocho horas después nadie le ha recogido el guante. Nadie se ha atrevido a decir que si estos personajes han tenido a sus pueblos oprimidos a base de la política del terror, con elecciones netamente fraudulentas y regímenes pseudo militares, ha sido y está siendo porque occidente benévolamente les ha mantenido con políticas hipócritas.

El caso de Gadafi es el más claro. Pasó de ser el enemigo público número uno en los ochenta a ser un simpático dirigente que rendía visitas a otros mandatarios, como si fuese el mayor de los demócratas.

Y a la hora de encontrar la extraña razón, con el ahora de nuevo “sátrapa Gadafi”, de todo esto, no hay otro camino que la poderosa riqueza en materias primas de los países del norte de Africa, en concreto Libia, poseen. Ahora, los tiempos se han medido, los oligarcas han echado sus cuentas y han decidido que es el momento de desestabilizar un poco más la economía de las clases medias y bajas, de disparar la inflación por la carestía del precio del petróleo y que ello conlleve una subida de tipos de interés buscando su moderación. La subida de los precios y la subida de las hipotecas como medida de control de los menos favorecidos.

Es la siguiente vuelta de tuerca sobre esta crisis sistémica.

Pero fuera de todo esto, a los poderes fácticos mundiales se les “olvida” que la vida de egipcios, qataríes, tunecinos, libios, etc… está en juego. Que para muchos de ellos estos días serán inolvidables, que consiguieron derrocar a trasnochados dictadores, pero para otros serán sus últimos días.

Y occidente calla. Ahora calla. No pide la dimisión de Gadafi, no decide entrar en Libia a poner paz como en Kosovo, o a derrocar un dictador como se hizo con Sadam. Ahora, desde la butaca de nuestro salón vemos con cierta compasión cómo el mundo se autoconvence de súbito que la democracia es el bien que todos necesitan.

Pero… qué raro, ¿hasta ahora nadie lo había pensado? O quizá es que… ahora es el momento idóneo para el golpe económico final. Personalmente cada día creo menos en las casualidades.

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