La derecha, en España, anda sobrada. Tan sobrada que hasta algunos comienzan a mezclar sus ocurrencias con las quitadas de careta, y en esto el presidente murciano se ha colocado a la cabeza, culpa supongo de que se ve electoralmente invulnerable.
Llevado por este sentimiento hoy se decidió a poner sobre la mesa su propuesta, o más bien su reflexión de que el copago es la solución a la sanidad y a la educación pública.
Justo, la sanidad y la educación, quizá los dos puntos más delicados del estado de bienestar. Justo eso que los que más tienen ya tienden a copagar.
El copago sanitario no ha funcionado en todos aquellos sitios en los que se ha implantado, es, sin duda una medida fracasada en multitud de lugares, para eso sólo hay que interesarse un poco por el tema y echarle un vistazo a un par de artículos en la red.
Pero lo que subyace es que ahora que se necesita financiación, que las divisas de los secarrales murcianos convertidos en urbanizaciones de miles de chalets y campos de golf para extranjeros se acaban, y en la página dos del manual de la derecha murciana está negar la sanidad y la educación pública gratuita a sus ciudadanos.
Hoy, hasta que la dirección nacional le hizo rectificar, algunos ya postulaban este sistema como la solución a muchos males financieros autonómicos y eso, sí que no se toca. Y que no valga el discurso de que estas medidas tienen un efecto disuasorio.
Hay que negarse en redondo y demonizar sin ambages estas declaraciones. Que quede claro que la creación de guetos económicos en los servicios públicos no es el camino, y que quien desee una enseñanza privada o una sanidad privada no debe estar eximido de contribuir con sus impuestos, tan altos como sea necesario con la caja común a la que recurren los que no tienen recursos, que son los que más perjudicados pueden salir de una medida tan injusta como ésta.
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