La pasada semana comía con un buen amigo de la familia, que me recomendaba una cosa para cualquier situación de dificultad colectiva, muy aplicable para salir de este mal momento económico: “Si cada uno de los que estamos preocupados por la crisis, dedicásemos una hora al día en pensar qué podemos personalmente hacer para salir de ella, no duraría más de un mes”
Es un buen y seguro utópico ejemplo de la capacidad de lo colectivo.
Quiero reflexionar al respecto, porque de repente, que el mundo caiga en la cuenta de que existen once millones de personas en el desafortunadamente llamado “cuerno de África”, no deja de ser curioso. Que hasta ahora nadie tuviera en su mente que esta zona oriental del continente africano estuviese sufriendo la peor sequía en los últimos 60 años, es un ejercicio de amnesia colectiva digno de estudio, es el mismo consejo que me dio mi amigo, pero al revés.
Estos días, en los que la situación se ha convertido en insostenible, hemos descubierto mil y una voces de portavoces de ONGs y de entes de cooperación internacional que denunciaban que las llamadas para la colaboración han sido numerosísimas durante los últimos meses, y nuestro mundo, el mundo occidental hacía conjuntamente oídos sordos.
Nadie se paró a pensar ni una sola hora dónde podía haber un enorme colectivo de sufridores pasándolo realmente mal.
Entonces esta semana cuando se ha comenzado a mandar reporteros a la zona, que vendrá acompañada de sus reportajes la semana que viene, pasará igualmente de rápido a la amnesia colectiva, al lado de tantas otras desgracias humanitarias que serán recordadas de nuevo en los reportajes de final de año.
No me convence nada este sentimiento, mucho menos que el razonamiento que iniciaba el comentario, y voy a terminarlo con una sentencia que aunque un poco demagógico me ha hecho pensar en exceso y que une de un modo un poco cruel la desgracia africana con la atroz matanza noruega, y es que mientras que los muertos de Oslo descienden al ser contados, los del Cuerno de Afríca han crecido mientras que yo escribía, mientras que tú leías esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario