El pasado viernes, llegó la ansiada noticia del adelanto electoral, y la derecha española empezó a salivar como el perro de Pavlov, lo que llevan pidiendo a voces desde hace año y medio, se hacía por fin realidad.
El botín sólo son cinco meses de antelación, pero la felicidad del conservadurismo patrio es como si les hubieran regalado el Gobierno ya, el viernes a las 12. Pero… ¿para qué? En el caso en el que consigan el gobierno, los ciudadanos no lo quieran, empezarán de nuevo las auditorías, las falacias y las excusas previas a los recortes, como le gusta a Cospedal.
Después del viernes, ya todo está arreglado, la derecha tiene abiertas las puertas de la Moncloa, pero curiosamente, los mercados siguen penalizando la deuda, de repente a los empresarios no les da el furor contratador, ¿qué raro, no? Pues si no pasó el viernes, tampoco pasará después de las elecciones, mucho menos, si la derecha a la que no le importa minimizar los daños de la crisis a las clases más desfavorecidas, ostenta el poder.
A todos los que se felicitaron por las elecciones, a todos aquellos que piensan que las “elecciones generalísimas” del 20-N serán un resurgir de una nueva España de derechas, les deseo la mejor de las suertes. La pena es que todos aquellos no eran ni banqueros ni de la oligarquía económica dominante, eran de aquellos con los que debería compartir clase. A ellos, a nosotros, nos tocará sufrir las medidas impopulares que ya sufren en Galicia o Cataluña, pero no lo veremos, nos parecerá normal, es lo que manda la sociedad y el camino de la solución de este infierno en el que nos ha metido la socialdemocracia.
A los sesudos analistas hablan de imprevisión o de infravalorar la crisis, yo les contesto, que el máximo mérito del Presidente que abandonará la política el próximo otoño fue tratar de minimizar los daños, dilatar cuanto se pudiese la reducción de las pensiones, de los salarios de los funcionarios, de los recortes sociales, porque no os equivoquéis, lo que os quiten mañana no nos lo devolverán pasado. Tardaremos generaciones en recuperar los recortes que se nos avecinan. Su mayor error no dimitir en el momento en el que las presiones exteriores iban en contra de sus principios, pero no hay que pedir heroicidades.
Procuraremos abrir los ojos a la sociedad y mostrarles que la derecha no es el camino, ni mucho menos, hay unos meses de plazo, veremos si somos capaces.
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