La reacción del poder a las protestas ciudadanas de la semana pasada está siendo patética.
No me canso de ver los videos de los antidisturbios entrando en la estación de Atocha disparando pelotas de goma como posesos, queriendo convertirse en protagonistas cuando sólo son una mera herramienta represora del sistema, que a ellos mismos también oprime.
Bueno a todos no. Para dar ejemplo y enseñar a la sociedad quienes son los buenos y quienes los malos, hoy el gobierno le concedía a un tal Javier Nogueroles, el encargado de la Unidad de Intervención Policial de Madrid (los pacíficos antidisturbios), recibirá el martes una condecoración por sus méritos adquiridos sirviendo al sistema.
La provocación es flagrante, a la altura de la del Presidente del Gobierno, cuando convertía en patriotas de primera a los que no se manifestaban, la pasada semana en Estados Unidos.
El poder teme al pueblo, y el pueblo ya no teme helenizarse, creo que el movimiento ciudadano es imparable, o al menos quiero creer que debería serlo y dar una lección a los inmóviles y a los conformistas.
Hay que multiplicar las protestas, decirle a Europa que no queremos la austeridad impuesta que paraliza el país y buscar compañeros de viaje, que colaboren y que nos ayuden a nivel nacional y a nivel internacional, y en cada elección, en cada oportunidad, buscar políticos que tengan claro eso, que no pongan palos en la rueda de la clase trabajadora que es la que de verdad está sufriendo esta crisis en la que tiene la menor parte de culpa.
Y sobre todo, no permitamos que nos amedrenten, que nos criminalicen, que nos acusen de antidemócratas y que nos amenacen con la Audiencia Nacional si vamos a manifestaciones porque si hacemos todo esto es por el bien de la democracia, de no estar hipotecados a políticas dictadas desde desconocidos lugares con oscuras y esclavizadoras intenciones.
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