Cuando unas líneas más abajo, aparece mi post sobre la guerra que estamos librando la clase no dominante contra la que domina, teniendo en contra hasta traidores, espías e indecisos, no sabía que la realidad iba a empecinarse en demostrar lo cierto de mi razonamiento.
El pasado viernes se conocía que Rodrigo Rato, ex muchas cosas y sobre todo imputado por el fraude de la salida a bolsa de BANKIA y por el timo de las preferentes, será asesor de Telefónica para Latinoamérica.
Esta mañana hemos despertado con la final resolución de un juicio donde un partido casi perpetuo en el gobierno catalán como es Unió Democrática se financió durante una serie de años de un modo ilegal, a través de subvenciones públicas a empresas que tenían la gentileza de desviar cierto porcentaje, por allá la mitad de los noventa. Casualmente, ninguno de los condenados entrará en prisión y no han tenido dificultad alguna en desembolsar las multas en algunos casos bastante cuantiosas a las que han sido condenados.
Ésta es la clase dominante a la que me refiero. Ésta, que no pasa dificultades ni penurias. Que no se sabe de qué viven y qué tributan.
No importa que hayas arruinado bajo tu gestión a millares de clientes de la caja de ahorros pública que dirigías, ni cómo has saqueado las arcas públicas a tu antojo en tu provecho o en el de tu partido, todo es perdonado, condonado, o incluso premiado.
La desfachatez de estos personajes no tiene nombre. Si alguien de los que me leen piensa que a Rodrigo Rato le hace falta ocupar ese bien pagado puesto de consejero para subsistir que me lo diga. No sólo nos roban sino que además se regodean.
Una vergüenza. Sólo queda que cada vez que los atentos teleoperadores de Telefónica llamen para ofrecernos sus servicios, en vez de colgarles el teléfono, le demos una ética y contundente explicación de por qué no contratar sus productos. A ello os animo.
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