Seguramente me equivoco, pero todo lo que estamos viviendo estas semanas me suena, me ha pasado varias veces.
Cada vez que se sufre un ataque terrorista más o menos con repercusión, por supuesto en el primer mundo, los gabinetes de crisis de políticos advenedizos llegan a las mismas conclusiones, los ciudadanos deberán sufrir ciertas restricciones en sus libertades para asegurarnos que estos hechos no se van a repetir.
Esta es una de las resoluciones, la otra es convertir los aeropuertos en un agujero negro de más profundidad…
Es cierto que dentro de la escala de barbaridades, es difícil llegar a lo de invadir y arrasar un país para curar las conciencias, pero… no es menos cierto que debe ser orgásmico pensar que los súbditos de un país ahora van a ser mucho más dóciles, controlables e influenciables, porque se lo pido en aras de asegurar sus vidas.
Es España, no sólo lo ha aprovechado el Gobierno, sino que hasta el partido en la oposición, que es muy probable que con gestos como éste, esté apurando sus últimas bocanadas como partido de alternativa, ha decidido enarbolar su sentido de estado para apoyar todo cuanto el Gobierno se le ha ocurrido al respecto.
De soslayo, el viernes se aprobó definitivamente la ley mordaza que amplía el concepto que engloba los delitos de “terrorismo”… Y seguramente no te lo podrás creer, pero paradójicamente los atentados siguen sucediéndose, a pesar de los gobiernos que presuntamente nos protegen, de la NSA y todo el resto de servicios secretos del mundo, que espían y observan a sus ciudadanos, sólo ellos saben con qué motivos.
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