sábado, enero 10, 2015

55 horas.

Durante el día de hoy terminó la persecución de los terroristas que sembraron de cadáveres la redacción de Charlie Hebdo. El mundo ha asistido en una actitud de estupor morbosa a la búsqueda, localización y muerte de los fanáticos que se han llevado unas cuantas de vidas más en su huida hacia delante.

Supongo que será porque es un doloroso despertar después de las fiestas navideñas, pero estas 14 muertes han sido portada en todos los medios de comunicación occidentales y han sido objeto principal de reuniones de gabinetes de crisis, de declaraciones institucionales, minutos de silencio y esperpentos como los que se están viviendo en Madrid, día sí día también con falsas alarmas y despliegues policiales exagerados.

De repente, el mundo se ha dado cuenta que el terrorismo islámico existe. Parece que se nos había olvidado. Pero que se nos pase a nosotros, es disculpable. Se le había olvidado a los servicios de seguridad e inteligencia, de mano a los franceses y a todos los demás, incluido el nuestro, que de repente ha subido el nivel de emergencia por terrorismo a unos niveles que hace 72 horas eran impensables.

Dentro de lo que como pueblo podemos hacer, está manifestarse, apoyar y llevar pegatinas de “Je suis Charlie” pero podemos hacer más. Podemos preocuparnos también y hacer lo mismo por los muertos que los mismos fanáticos causan en Siria, en Irak, en Nigeria… Podemos escuchar esas noticias, sentirnos igual de apenados por 16 franceses que por 65 sirios o 120 nigerianos… y ya que estamos, que esto nos sirva para que nosotros mismos respetemos la libertad de expresión de los que nos rodean. En todos nuestros ambientes cercanos. Serían un par de muy buenas lecciones de todo esto.

“Je suis uno de los cientos de muertos de Boko Haram ayer en Nigeria

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