Y pasó el verano, y se lleva como casi todos los años el periodo más escaso en noticias del año. Todo parece parar y salvo excepciones para hacer guiños a la unidad de España o sacar un poco Gibraltar a pasear, poco se mueve este mes.
Ahora arranca septiembre, y de repente, un montón de sirios e iraquíes han decidido esperar a que acabase agosto para darles la murga a los europeos.
De repente y sin que Europa se entere de nada, tiene una riada de gente que atraviesa Turquía, golpeando la entrada, pidiendo llegar a Alemania, en busca de un futuro fuera de sus países mientras que se inmolan.
Europa se sigue comportando como un niño que desconoce las consecuencias de sus actos. Europa también en este caso, está desnortada. Lo mismo pide campos de refugiados en Grecia e Italia, como que se reparte cuotas imaginarias de refugiados…
No saben, no sabemos, que este éxodo tiene su germen aquí, en Ginebra, en Estrasburgo, en Bruselas… cuando se toman decisiones políticas como palmeros del poder económico o como fieles escuderos de Washington, hay que medir las consecuencias. Cuando se es primer responsable de la desestabilización de una región, de acabar con sus gobernantes por capricho de unos pocos, éstas son las consecuencias que se sufren.
Es lícito salir de un país en guerra, yo, sin duda lo haría el primero. Es loable buscar un futuro mejor.
Ahora, la solidaridad se desata en Europa. La foto del niño muerto en la playa turca, nos conmueve a todos… os digo la verdad… a mi me dejó mucho más tocado, cuando dos días antes encontraron a 71 inmigrantes asfixiados en una furgoneta en Austria… De eso no hay fotos y eso no desata ansia de recogida de refugiados alguna.
A todo esto, de Grecia, que era el eje sobre el que pivotaba el mundo hace dos meses… ya nos hemos olvidado.
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