lunes, junio 23, 2008

Crisis, desaceleración, ¿qué está pasando?

Me he tomado mi tiempo, entre el exceso de trabajo, los viajes y la inapetencia he tardado algo más de la cuenta en volver a escribir. No volverá a pasar.

Tenía prometido en uno de mis últimos comentarios un pequeño análisis, desde el punto de vista de un mero aficionado a la economía, de la situación actual en España. Lo que todo el mundo llama la dichosa crisis.

A pesar de no ser una cosa excesivamente ortodoxa, voy a empezar por las conclusión, así puedo exoneraros de seguir leyendo. Bastante bien están las cosas para cómo podían estar cuando se le da a una economía los dos peores golpes que puede sufrir.

Y ahora el desarrollo. La envidiable economía española, en época de bonanza, sobre todo en los últimos seis años (2007 incluido) ha registrado cifras de crecimiento económico sin igual en el mundo occidental.

La razón fundamental, a la vez que la explosión de economías de consumo antes ocultas, como las economías domésticas invirtiendo en vez de ahorrando, o el desarrollo de productos inversores de primer nivel, que ponían dinero en circulación, ha sido la obra pública, infraestructuras y más que nada vivienda.

Este mercado, el inmobiliario, por una simple relación de oferta y demanda se ha agotado. Incluso yo diría que se ha agotrado más tarde de lo que nadie podía haber predicho.

El baby boom de los 70 y la inmigración al alza han mantenido el crecimiento durante más tiempo y ha aumentado su repercusión sobre la economía española.

Ahora, la estrella inmobiliaria se ha apagado. Los expertos dicen que para dos años, pero creo que tengo argumentos para pensar que se ha apagado para al menos una década. Aún hay miles de promociones con sus inmuebles sin despejar, con dudas sobre los compradores o incluso con inversiones previstas en fase inicial que deberán “comerse”.

Este ha sido el primero de los rejones. El segundo, ha sido el incremento del precio del petróleo. A un país tan energéticamente dependiente, los niveles del precio del petróleo, le machaca. Y eso se nota en todos los sectores. Estamos viendo huelgas de transportisas, de pescadores, de taxistas que maldicen la economía de mercado y demandan regulaciones gubernamentales, por el precio del petróleo, produciendo cierta sensación de desasosiego. Esta sensación, este “feeling” se exporta con facilidad al resto de los ciudadanos, y los negocios propios, los pequeños empresarios, y los autónomos son los primero en notarlo. El resto, aparte de por una inflación de país en vías de desarrollo, tardaremos en notarlo, al menos un añito más.

Tampoco ayuda nada un Sistema Bancario Europeo que se afana en subir los tipos de interés para controlar la inflación, tal y como demandan los manuales básicos de economía en la página 3, sin ningún ánimo de buscar soluciones imaginativas que estén a la altura de los sueldos que cobran sus responsables.

Y aun falta el rejón de muerte... este será la subida del dólar. La búsqueda de la paridad perdida, será el golpe que suma las economías europeas en una crisis sin precedentes. Esperemos que no se dé y que el resto de mercados ajenos a los intereses norteamericanos consigan controlar esa subida que los estadounidenses intentarán provocar antes o después.

En España y visto esto, la situación, a día de hoy, podría ser mucho peor. Afortunadamente para todos, y todas, los progresos sociales de la legislatura pasada no se están viendo recortados y de momento, sólo se ha parado su expansión.

La oferta pública de empleo se reducirá al 30 por ciento. La economía española crecerá por debajo del 2% en 2008. Un crecimiento débil, con inflación alta acarrea tiempos difíciles y la economía no va a ser capaz de absorber el empleo que ahora es excedente de la construcción.En fin, que la cosa está bastante cruda. Pero para España y para toda Europa, aún así es cierto que nuestro crecimiento que llevábamos heredado de años anteriores y el superávit presupuestario de otros ejercicios, que en este ya no se podrá repetir, son un colchón, ni bueno, ni malo, pero al menos un colchón, para nuestras economías. De momento, pero seguro que irá a peor.

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