El país no es el partido.
Es práctica común entre nuestros políticos eso de no ver más allá de los colores del partido a la hora de los nombramientos. A veces eso de pagar algunos “marrones”, a veces eso de contentar a “corrientes” y otras porque sí.
La práctica común se extiende desde la menor de las diputaciones hasta la Comisión Europea, desde el más insignificante ayuntamiento hasta el Consejo de Ministros. Y ahí quería hoy llegar.
Sin duda es noticia el cambio de ministros de esta mañana, la ruleta de nombres que ya había sido adelantada por medios de comunicación desde el lunes y que no ha venido más que a confirmarse, para a veces sorpresa, a veces perplejidad.
Es práctica común entre nuestros políticos eso de no ver más allá de los colores del partido a la hora de los nombramientos. A veces eso de pagar algunos “marrones”, a veces eso de contentar a “corrientes” y otras porque sí.
La práctica común se extiende desde la menor de las diputaciones hasta la Comisión Europea, desde el más insignificante ayuntamiento hasta el Consejo de Ministros. Y ahí quería hoy llegar.
Sin duda es noticia el cambio de ministros de esta mañana, la ruleta de nombres que ya había sido adelantada por medios de comunicación desde el lunes y que no ha venido más que a confirmarse, para a veces sorpresa, a veces perplejidad.
Os puedo prometer que voy a particularizar lo mínimo, pero también os adelanto que no voy a ser capaz de resistirme, mi mente tecnócrata no me lo va a permitir.
Pero antes quiero aclarar dos cosas que no me entran en la cabeza ya entrado en los treinta: la primera es cómo en un mundo con una especialización brutal, en cada uno de los puestos de trabajo de la sociedad, cómo en una época en la que se busca el aportar un valor añadido a cada una de las áreas productivas, no sé cómo puede ser que eso no se note en la mayor parte de los casos de la cohorte ministerial. La segunda de las cosas, un poco ligada a la anterior es que tampoco entiendo el “Ministro Profesional” que puede cambiar de cartera como de chaqueta, que igual le da mandar sobre las presas que sobre las universidades… Ambas paradojas mentales propias, cierto que con algunos aciertos, se entremezclan en las caras nuevas del Consejo de Ministros.
Ligado a esto, como decía antes, no me resisto a personalizar ambas en dos nuevas caras del Gobierno de Zapatero. Primero la capacidad camaleónica de Trinidad Jiménez que lo mismo habla de semáforos en la M-30 como de cooperación iberoamericana, como ahora de sanidad. Me parece un tanto chirriante.
Pero lo que se lleva la palma, la palma de oro como en el festival de Cannes es lo de José Blanco en fomento. Como técnico, no lo entiendo en absoluto, como aficionado a la política tampoco. Por un lado porque creo que éste es un ministerio eminentemente técnico, con decisiones puntuales que requieren cierta carga de conocimientos del medio, (que Magdalena creo que tampoco tenía). Por el lado político porque a pesar de ser uno de los ministerios que más luce, (inauguraciones, charlas, cursos, planes varios) creo que no se le puede dar a alguien tan, tan de partido como es José Blanco, sólo valdrá para el chascarrillo, la chanza, la confrontación y la gresca. A los hechos me remitiré, aunque Zapatero le tuviese ese capricho concedido tiempo atrás.
Yo que Blanco, sacaba una “EHE-09” (Norma del hormigón estructural) para poder firmarla como Magdalena Álvarez, total tanto monta…
Yo que Blanco, sacaba una “EHE-09” (Norma del hormigón estructural) para poder firmarla como Magdalena Álvarez, total tanto monta…
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