Cada uno en su casita.
El fundamentalismo tiene una gran pega, tiende inexorablemente a imponer sus pensamientos.
Es lo que pasa con esto de la campaña anti-abortista y ciertos personajes que se entremezclan con educadores.
Esta tarde “El Mundo” se hacía eco de la siguiente noticia que reproduzco parcialmente:
“Clase de 4º de la ESO de Ética, una de las asignaturas de Educación para la Ciudadanía, en el colegio concertado Purísima Concepción y Santa María Micaela de Logroño. Hoy, en lugar de hablar sobre el derecho a la igualdad, a la educación o, como se recoge en las claves de la asignatura, formar al alumno bajo el paraguas "de la libertad, la solidaridad, el respeto y la participación", toca ver un fotomontaje.
Fetos muertos junto al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, o la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. Zapatero y un bebé desmembrado, Aído y un niño muerto rodeado de sangre. "Ellos ríen mientras muchos niños morirán con la nueva ley del aborto", muestra este montaje, visualizado por chicos y chicas de 15 años en el colegio logroñés.
En las imágenes se puede ver desde fotografías de los restos de un feto de 6 semanas, abortado por el método de la succión, hasta imágenes de fetos con claras malformaciones. Y todo para expresar el desacuerdo con una reforma de ley aún en proceso de diálogo que permitiría el aborto libre hasta las 14 semanas de gestación.”
Cuando alguien aborta, nadie desmiembra los embriones, ni los veja, sólo es la decisión de una mujer responsable que piensa que no es el momento de traer una vida al mundo. No creo que sea tan difícil de comprender.
Lo peligroso es que estas actitudes de imponer la moral y de coartar la libertad estén en el entorno de la educación de nuestras nuevas generaciones.
Es necesario estar atentos.
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