Bien, Ocaña, bien.
A veces esto de gobernar necesita de seres valientes y con las ideas claras. Estos días Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos ha aparecido en escena y ha hecho unas serie de claras declaraciones sobre cómo hay que recuperar las arcas del Estado de la crisis y sobre cómo la izquierda debe manejar la crisis.
Comenzando por que Don Carlos debería pasar a la historia de la economía por la clarividente frase de: “no se puede tener los servicios sociales suecos con las tasas impositivas irlandesas”.
Eso quiere decir que por fin, el continuo decrecimiento de los impuestos para las rentas tan altas, ha terminado. Para poder recaudar más es imprescindible gravar las rentas más altas y las rentas del capital sobre todo de las grandes empresas.
Llevado por la mesura además, admitió que cuando el PIB se recupere y empiece a registrar tasas positivas, seguramente el empleo aún no se haya recuperado y los ingresos tributarios reflejen con cierto retraso la recuperación económica.
Un par de frases contundentes, por un lado poniéndose del lado del obrero y por otro asegurando que la clase empresarial no va a repercutir sus ganancias en los trabajadores hasta que sus bolsillos no se hayan recuperado de la crisis. La primera misión del Gobierno es velar porque estas cosas vayan por el cauce correcto.
Por otro lado, en el mismo foro y el mismo día, dos partidos eminentemente de derechas como el PP y el PNV, pedían una reducción del gasto público y la flexibilización del despido. Habría que hacer mirar esas cosas, que tuviesen el altavoz necesario y hacer llegar al trabajador quién está de su lado y quien no.
No se puede ser más claro. Espero que Carlos Ocaña no pague políticamente su claridad tanto de pensamiento como de su trasmisión.
¡Qué cunda el ejemplo!
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