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Tenemos, los iluminados, la eterna tentación de querer hacer el giro imposible, el desmarcarnos del resto, con lecturas y opiniones que se alejen de lo corriente. Tenemos, los perdedores, la necesidad imperiosa de, a la par, girar 180 grados la realidad y de buscar explicaciones mitad negacionistas, mitad que justifiquen lo aparentemente inexplicable.
Lo que escribo hoy es la mezcla de ambas cosas, por un lado, el frotarme los ojos ante el aparente masoquismo de la ciudadanía europea que premia a las ideas políticas que han embarcado al mundo en la crisis financiera más importante desde de el 1929 y otorga el poder a los defensores de no tocar un ápice un sistema financiero destrozado e imperfecto, y por otro lado, la escasez de capacidad de la izquierda, más concretamente del socialismo europeo, de hacer suyo el cambio de sistema como salvación de la economía mundial. Simplemente, el no haber sido capaces de abanderar el intervencionismo en los mercados como vacuna ante esta crisis del “laissez faire”.
Aparejado a esta incapacidad del socialismo europeo, el viejo continente se plaga de pseudofiguras de la izquierda, que tienen de veros socialistas como yo de Obispo de Mondoñedo, y que canalizan las conciencias de los obreros y de los izquierdistas incapaces de votar a los partidos tradicionales.
Figuras como Daniel Cohn Bendit, el célebre Dany el Rojo de Mayo del 68, que a partir de este fin de semana parece que se ha convertido en la gran esperanza blanca de la izquierda europea. Error.
Dentro de un entorno de pesimismo en los partidos socialistas de Europa, el francés, el alemán, y el italiano desparecidos, el laborismo británico (si algo tiene de socialista ese partido) en la mayor crisis de su historia, ganada a propio pulso, sólo España, con los datos que se obtuvieron el otro día mantiene el prurito de supervivencia del socialismo europeo.
Que a nadie se le escape, que ser derrotado por Mayor Oreja, lo más a la derecha de la derecha, es de los peores méritos políticos de Zapatero, y que es un golpe mucho más duro de lo que parece y de lo que nos quieren hacer parecer. Esto no es sólo chapa y pintura, el motor ideológico parece tocado y las medidas económicas y sociales, timones de la gestión de la crisis, deben ser más publicitadas, ya que honestamente creo que van por el buen camino.
Y ahora quiero hacerme eco para terminar de un dato escalofriante, por un lado la media de afiliación sindical en Europa que se sitúa en un 25% de los trabajadores, escasa, muy escasa, obvia culpa de la nula credibilidad de los sindicatos en la Europa occidental, pero mientras que en Dinamarca alcanza el 80%, en Francia (el país con menos afiliados) apenas llega al 8%. España, con un 19% de cotizantes, se sitúa por debajo de la media, y sin progresos desde hace 30 años. Indicativo, muy indicativo.
Cada uno de estos párrafos a fe que valdrían para ensayos independientes de cientos de hojas, y seguro que el texto parece un poco precipitado, y con demasiado ritmo, pero para terminar quiero volver al principio.
Si en épocas de vacas flacas el obrero, el proletario, se anquilosa en la derecha, pensando que es su tabla de salvación es que nuestra clase se ha vuelto loca, y que nuestros políticos de la izquierda seria y tradicional ya no saben trasmitir, ¿Cuál es la solución? ¿Terapia global o cambio de clase política?
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