Si digo que el país está en crisis, podríais llamarme Perogrullo. Si hablamos de que la crisis, viene de fuera, está generada por el sector financiero y fundamentalmente se debe a que el dinero que se movía en los mercados era seis veces más que el “dinero real” existente, tampoco sería ninguna novedad.
Pero de lo que quiero hablar hoy, es de la sensación que recorre todos los ambientes, casi todos los sectores, casi todas las tertulias, de que nuestro país está absolutamente acabado, que esto es irremontable y que además la culpa de todo esto la tiene nuestro presidente, que estos dos últimos años se le ha nublado la mente. Me preocupa porque utilizando una frase futbolera, “la economía es un estado de ánimo”.
Os recordaré a todos que durante la primera legislatura de Zapatero, la economía no se atisbaba como problema. En esos cuatro primeros años sólo existía el terrorismo, la ruptura de la familia y eso de que “Zapatero le estaba regalando Navarra a Otegui”… ¡qué recuerdos! Y cuánta demagogia. Esos cuatro años, en los que el PSOE subió las pensiones, las prestaciones por desempleo, el sueldo de los funcionarios, etc… ni una queja a ninguna de esas medidas, de economía nada.
Ahora, unas medidas que vienen impuestas de ese fatídico domingo 9 de Mayo, donde la Unión Europea exigió a los países con más deuda una reducción drástica del gasto público, contra el criterio del propio gobierno, han sumido al país en la desilusión. Y nos hacemos preguntas sobre cómo hemos entregado nuestro destino a la especulación inmobiliaria.
Y lo peor es que todas las reflexiones carecen del menor rigor y se piensa que un cambio de gobernantes arreglará la situación… eso no es objetivo, ni por lo más remoto. Pero a todos esos que disfrutan del cuanto peor mejor, sólo les digo que si en la pasada votación del día 27 de Mayo, la postura de los nacionalistas canarios, catalanes y navarros, no hubiera salvado las medidas esta semana hubiera sido trágica para España y para Europa… espero que esto se pueda ver algún día con perspectiva.
Eso sí, un rotundo cero a la política de comunicación y explicación del Gobierno. No se puede dar una imagen peor y lo más dramático es que eso influye en el estado de ánimo de la ciudadanía e incluso de los mercados. Habrá que espabilar porque, como dice un antiguo jefe mío, el haber tocado fondo no implica ir hacia arriba, cabe la posibilidad de arrastrarse por él.
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