Mientras todos los europeos rescatamos el sistema financiero irlandés, en quiebra técnica desde hace casi un año, ejemplo para los agoreros que nos comparan con el país celta, es más que llamativo que la noticia curiosa económica del día la protagonice el multimillonario y ex futbolista francés Eric Cantona.
Que vaya por delante que sus declaraciones son tan vehementes como acertadas, pero es necesario que un personaje mediático se convierta en el estandarte de una nueva cruzada contra los que él que cree culpables de la crisis mundial, los bancos, para que una opinión así sea portada de los medios de comunicación.
Mientras los políticos señalan como culpables a sus rivales en los parlamentos, mientras los gobernantes repercuten los daños de la crisis sobre los ciudadanos, y mientras Europa exige esfuerzos ingentes al proletariado a modo de reducción de derechos sociales y de recortes de salarios a mansalva, los sistemas financieros, los bancos privados fuera de nuestras fronteras y las malgestionadas cajas de ahorros en territorio patrio, reciben dinero de los contribuyentes, tanto a través de los gobiernos nacionales como de fondos europeos provenientes del dinero de todos los europeos.
El ex del Manchester United ha hecho un llamamiento a través de un vídeo publicado en Internet para que los tres millones de personas que se manifestaron en Francia fechas atrás que “dejen los carteles, retiren su dinero de los bancos y los colapsen".
Al albor de las huelgas con las que los franceses nos han enseñado el camino hacia lo que debería ser la verdadera protesta de la ciudadanía contra todo este dislate, Cantona niega la utilidad de salir a la calle o manifestarse, lo que cree "ya no es el camino", y cree que lo mejor es atacar al sistema.
Algunos cibermovimientos apoyan este disparatado pensamiento, desde Facebook, o desde la plataforma Stopbanque, intentando capitanear esta operación para el día 7 del próximo mes de diciembre intuyo, sin mucho riesgo a la equivocación, que sin mucho éxito.
Todo esto es una locura, un pensamiento desde la rabia, el desconcierto y la incomprensión, pero… lo más triste es que la ciudadanía no será nunca, nunca, nunca capaz de devolver el daño que los bancos nos están infringiendo.
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