Mucho me gusta hablar del constatado hecho de que en agosto nunca pasa nada noticiable, que a políticos y notables se les pega el sopor vacacional y el verano se convierte en un periodo romo en lo que a la información se refiere.
Pero lo que no esperaba es que los albores de las vacaciones navideñas se hayan transformado en el momento exacto para ajustes de cuentas, vendettas o explicaciones públicas por parte de la clase política. Una orgía a lo “tómbola política”, con unos protagonistas de lo más dispar.
Si no fuese dramático, sería hasta gracioso.
Es ridículo que secretos oficiales y debates políticos de calado, a nivel de partido, o incluso de política general, vengan dictados por la avidez monetaria de los propietarios de las editoriales que hacen que sus “políticos memoriados” tengan que promocionar sus obras en televisiones, radios, ruedas de prensa…
No deja de ser esperpéntico cómo Solbes en sus memorias justifica cómo le forzaban a ser ministro, lo que le ha costado un buen puñado de críticas y una reprobación pública de su archi-enemigo Miguel Sebastián o de David Taguas. Lo de Zapatero tiene otro tinte, peor, más reprobable. Destapar una carta del Banco Central Europeo para vender libros, en vez de haberla ofrecido en su momento a la ciudadanía, o guardarla para siempre en el cajón de los secretos oficiales, no creo que sea ético.
Me sorprende, la verdad, a la par que me decepciona un poco. Hasta ahora las declaraciones de ZP han un ejemplo de responsabilidad política, con sus sucesores tanto en el país como en el partido, no sé por qué mancillar ese “fair play” por un cómprame acá esos libros… no lo acabo de entender.
Que los bancos dirijan el país, nos ha llevado tiempo darnos cuenta… que ahora se suban también al carro las editoriales… ¿quién da más?
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