Pues mientras que lo nacionalista rojigualda contra Gibraltar, contra Cataluña, contra la Unión Europea se impone a lo social, cuando en este año, que termina, los robos a la ciudadanía y recortes a la clase no dominante pasan de puntillas entre los asuntos patrios. Quiero, aunque a muchos no les importe, alzar mi voz y quiero decir por qué no quiero ser España.
No quiero porque aun no sé cómo no se ha cancelado para siempre el discurso televisado del Rey del día de Nochebuena, razones no faltan. Estamos sometidos a una figura como Jefe de Estado, que construye su pabellón de caza dentro de su Palacio a costa de Patrimonio Nacional, es decir de todos los que pagamos impuestos, que caza elefantes y que prevarica para que sus novias sean comisionistas de éxito. Cuya hija es salvada por la Fiscalía y por Hacienda, haciendo que sus vasallos nos hagan creer que sus facturas falsas no lo son tal. Que tiene a su familia y a parte de la familia real griega que expulsaron de su país a patadas, colocada en altos cargos de postín, llenos de prebendas oficiales y de excelente respeto social.
Un país en el que la banca pública ha sido el merendero de los políticos mientras que a ti, trabajador, te hacían pagar hipotecas con tipos manipulados poniéndote una y mil trabas para poder pagar cuadros de un pintor amigo del Presidente del Gobierno. En el que el hijo de un ex presidente afeaba la conducta al Presidente de la cuarta entidad financiera del país. Donde la ministra de Sanidad tenía un Jaguar corrupto en su garaje y dice que no lo sabía y la gente la cree.
Un lugar en el que la prensa es servil, donde hay tertulianos a sueldo de los partidos, de los que conoces su opinión a priori. Donde los precios están a la altura de los países más desarrollados de Europa y los salarios, si los hay, son menos de la mitad, y aun escuchas que hay que bajarlos más.
Un sitio en el que las eléctricas ganan 6.000 millones de euros y luego colocan a ex presidentes del Gobierno o a ex Ministros, mientras se jactan de cortar el suministro tras el primer mes de impago. Que la sanidad se mal vende y la educación pública se abandona.
Un algo en el que nos quejamos de no ganar Eurovisión o de que persiguen a nuestro fútbol porque la Unión Europea (sí, ese compendio de países tercermundistas) quiere abrirnos los ojos y decirnos “¿Pero no estáis viendo cómo os están atracando?”.
Una mierda en la que los políticos corruptos y los toreros piden indultos y en el que no hay becas para investigadores que triunfan a lo grande fuera de nuestras fronteras. Donde los jueces que se salen del guión acaban imputados y por los que protestan un par de decenas de gente en manifestaciones minoritarias.
Seguid mirándoos el ombligo y fabulando con invadir el Peñón o poner las tanquetas en La Concha de San Sebastián o en Las Ramblas de Barcelona.
Podéis tomar esto como mi resumen del año, pero yo de esto me borro. No quiero ser de esto. Quiero que me cambien entera la portada de mi pasaporte.
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