Más allá de Aido.

Cuando por aquellos tiempos lejanos de 2008 José Luis Rodríguez Zapatero creó el Ministerio de Igualdad y puso al frente a Bibiana Aido, parecía aquello un brindis al sol, una estrategia de marketing de “buenismo” como le llamaban muchos.

Con el ánimo de eliminar por completo cualquier vestigio de la etapa anterior, aquello no sólo se eliminó sino que vivimos ahora exactamente en su antítesis filosofal. Se ha impuesto el desdén, el desinterés y el ninguneo a la lucha por la igualdad y por los derechos de la mujer.

Día a día es relevante y notorio. Se han disminuido las ayudas a las asociaciones de víctimas de la violencia de género, se ha acosado económicamente hasta la desaparición a ONGs que protegían a mujeres maltratadas y sobre todo se ha sembrado un peligroso discurso de que todo aquello que se hizo en los albores de la crisis eran tonterías que sólo perseguían dilapidar el dinero de todos.

Y llega lo de Málaga. En plena Feria de la ciudad, un grupo de cinco bárbaros de entre 17 y 19 años violan a una chica en el parking del ferial y las estupideces se disparan.

Me asquean las declaraciones del alcalde de Málaga, quitándole hierro al asunto, diciendo que eso no puede dañar la imagen de la ciudad. Me dan nauseas las informaciones veladas de sexo consentido por parte de la chica. Me repugna ver las imágenes de familiares de los salvajes violadores aplaudiéndoles a la salida del calabozo.

Sí, porque están en la calle ya. Ni 24 horas estuvieron en prisión. Un manifestante, o un detenido en un piquete de una huelga pasa más tiempo en prisión preventiva que unos malnacidos que violan a una chica en grupo. Ese es el país que tenemos.

Luego ves las recomendaciones de la web del Ministerio del Interior que son propias del medievo, y que prácticamente culpan a la mujer por ser mujer de todo lo que le pasa y se entiende por qué alguien allá por el 2008 pensó que era necesaria la concienciación de toda la sociedad de que todos, todos, somos iguales.

Nos asustábamos con las noticias de las violaciones en grupo en la India, o las atrocidades a las mujeres en países islámicos. Somos exactamente iguales y no ponemos nada de nuestra parte para remediarlo.

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