domingo, diciembre 28, 2014

Vasallaje.

El pasado día 24 de diciembre creo que escuché por primera vez en tiempo con algo de interés el discurso de Nochebuena del Borbón gobernante.

Cierto que la razón no era que haya entrado en una vorágine monárquica sino una insana curiosidad de saber si el cambio de figura implicaba un cambio de discurso, pero la verdad es que no la encontré y no me sorprende.

El discurso vacío, tocando cuatro temas que a los ciudadanos nos preocupan: corrupción, Cataluña, la economía y su propio futuro como rey, que fueron expuestos a modo de colegio de primaria sin soluciones, de un modo meramente descriptivo. Un puñado de lugares comunes.

Pero no fue esta la sorpresa mayor. Lo que más me aterra es que una vez que en principio la monarquía tiene su futuro asegurado gracias al pacto al margen de la ciudadanía que perpetró el poder establecido entre el 3 y el 8 de junio, el servilismo, el vasallaje ha salido de los cajones con olor a naftalina.

Hordas y hordas de periodistas, de políticos de la “vieja ola” y palmeros diciendo que el mensaje fue profundo y valiente. Que tocó todos los puntos importantes, que es una muestra del tiempo nuevo que vive la monarquía. Qué ridiculez.

Reto a quien quiera que me diga el minuto y segundo del discurso donde haya una concreción, una propuesta, una línea argumental que dé una pista de la idea que tiene la monarquía para mejorar este país.

Fue un discurso “ombliguista”, un discurso que busca la perpetuación de la especie monárquica que estuvo unos días en peligro de extinción, la búsqueda de reactivar las conciencias anacrónicas y monárquica. Sin duda en eso sí que fue un éxito… Ahora sólo esperar años y años versiones ligeramente modificadas del que vimos hace unos días.

Discurso vacío e inútil, como la propia monarquía.

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