domingo, marzo 29, 2015

In memoriam de UPyD.

El nombre puede parecer ventajista, seguro que suena así, pero prometo no decir que ya lo dije, hace tiempo ya, antes de sus mejores resultados, y antes de su inminente desaparición.

Es complicado, y también aplicable a los movimientos emergentes, eso de negar las ideologías, eso que he oído últimamente de querer ser transversales. En política puede decirse, es lo más comercial, pero es irrealizable.

Muchas son las enseñanzas que la desaparición de UPyD tiene que enseñar a la politología, quiero resumirlas.

Como pecado capital, no se puede personalizar un partido. Nunca. Nadie es imprescindible y menos en los malos momentos. En política, los malos momentos electorales son pura democracia e implica que algo no funciona, que hay algo que los electores no quieren y por lo que hay que empezar es por la cabeza. La líder del partido no lo ha entendido, y ahí quiere resistir a lo Don Tancredo mientras todo se desmorona.

Un partido tiene que ser un cúmulo de ideas y no un cúmulo de rebotados. UPyD ha sido bisagra en muchos ayuntamientos, véase la Comunidad de Madrid. Concejales cogidos a lazo entre gente rebotada de otros partidos con ansia de revanchismo y cuentas pendientes, que han dado numerosos espectáculos en forma de deserciones y escándalos varios.

Pero sobre todo, si se desea regenerar la democracia, ser el nuevo tiempo, no puede articularse un partido en torno a la idea del odio. En este caso, el odio al socialismo, que después de dar mil y una oportunidades a la líder, le acabó cortando las alas. Odio a los nacionalismos, que son una parte muy importante de lo que configura este país. Y en este caso, odio a tus propios militantes, odio a sus opiniones discrepantes, a sus intentos de reconducir la nave.

Son lecciones que hay que aprender en cabeza ajena para evitar que se repitan. Y como epílogo, es que hay que saber cuál es el último tren. Contra pronóstico y de la nada, la mano tendida de Ciudadanos se convirtió en la tabla de salvación del partido, de la idea, integrada en un proyecto emergente… La torpeza de la líder hundió esta última tabla.

La nueva ola, acabó ahogando a sus precursores. Como se ha visto, en la idea inicial había mucho que pulir.

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