martes, abril 19, 2011

Nunca fui catastrofista.

Nunca fui, nunca lo he sido y espero no serlo nunca, pero me preocupa empezar a pensar que la sociedad occidental empieza a merecerse que sus propios deseos les manden a su tumba…

Pero cuando el mundo occidental empieza a ver la solución en la ultraderecha tanto económica y política empiezo a pensar que sólo hay dos caminos… la hecatombe o la revolución.

Los “míticos mercados” que llevan tutelando y dirigiendo la crisis desde hace tres años, impidiendo que el deseo de reconstrucción del sistema financiero mundial que todo el mundo ansiaba se convierta en una realidad, han decidido pegarle un toque al mismísimo Tio Sam, y ¿es casualidad? No, no lo es. Que el país norteamericano tenga su dirigente más a la izquierda de su historia (que tampoco es mucho decir) no pasa desapercibido y a pesar de disminuir la deuda bruta del país en un 20% en dos años y medio, poco les parece.

Mientras dentro del partido republicano el Tea Party va tomando posiciones, donde sus próceres se retratan en la red con fotomontajes como ésa que todos habéis visto en la que sale Obama retratado como un bebe-mono.

Y Europa que debería ser el contrapunto de este absurdo movimiento, se deja llevar por los partidos de extrema derecha, en Francia, en Finlandia, en Alemania, en Holanda... Altamente preocupante, sobre todo, porque si los votantes, esperan que el final de la crisis radique en el fin de la inmigración, en el cierre de fronteras a los ilegales tunecinos o libios, o simplemente en aumentar la presión sobre la clase trabajadora, ese voto volverá sobre ellos como un boomerang.

Me decía alguien muy cercano ayer que la crisis vuelve… Querida, la crisis no se va a ir, mientras la sociedad, el votante, el ciudadano, no deje de ansiar ínfulas Baratarias y no se dé cuenta de que éstas están sólo al alcance de la clase dominante y me invade la impotencia de no ser capaz de transmitírselo al resto de mis congéneres. Porque la crisis, compañeros, la estamos retroalimentando.

Mirando lo cercano, lo peor, es que los partidos de derecha en el gobierno, o que lo ansían, en vez de mirar hacia el “anhelado centro” tanto económico como político, buscan en la extrema derecha su caladero de votos, porque piensan, no sin razón, que nuestra sociedad en momentos complicados se refugia en el populismo, en el engaño y en agrandar la diferencia entre clases, sin saber a cual pertenece cada cual.

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