De tapadillo discutimos lo que es una enfermedad.

Al hilo del ruido mediático al que Bárcenas tiene sometido al Gobierno, y aprovechando que estamos en verano que es buena época para que la plebe desconecte, llevamos dos Consejos de Ministros y una semana parlamentaria en la que se están aprobando una serie de medidas fundamentalistas y clasistas en lo relativo a la sanidad, que no están haciendo el ruido que merecen.

Este post quiere hacer mención a sólo dos de ellas. Por un lado la retirada de la inseminación artificial asistida a mujeres sin pareja y lesbianas, y por otro lado la retirada de la financiación de la Seguridad Social a una serie de anticonceptivos de última generación a partir del próximo 1 de Agosto.

Casualmente, ambas medidas son responsabilidad del ministerio de Ana Mato, que en cualquier otro país medio civilizado habría abandonado el cargo muchos meses atrás por las fiestas, viajes, y vida de lujo que se pegaba a costa de los Gürtel…

Ella, que como mujer prudente, no le preguntaba a su marido, qué hacía un Jaguar en el garaje. Ella, que dijo en una entrevista que el mejor momento del día es “cuando ves como visten a tus hijos” esos hijos que tenían confetis en sus cumples como en la SuperBowl…

Pues ella, promueve ampara y defiende la regresión femenina y pone trabas a la libertad de no concebir, apartando a esos pecadores de los mejores métodos. Y de paso abrimos debates sociales en foros y televisiones, donde la gente opina qué es una enfermedad y qué no lo es. Cómo nos gusta mezclar esos términos, homosexualidad, enfermedad, subvención, tratamientos… qué pábulo dan a los exaltados.

Son ambas jugadas redondas, que recuerdan a las mujeres que si son mujeres, malo. Que si son lesbianas o no han encontrado al macho que las fecunde, peor, pero que si encima tienen pocos recursos, el Estado no cuenta con ellas.

Medidas que pasan desapercibidas, pero medidas que sí ocupan páginas preponderantes en los medios de comunicación de la derecha.

Buena forma de fidelizar, volvamos al clasismo y al machismo de mitad del siglo pasado, ¿por qué no?

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