viernes, agosto 02, 2013

La política se come los Colegios Profesionales.

Esta semana, me temo que en este Consejo de Ministros, se aprobará el Anteproyecto de Ley que promulga la llamada Ley de Servicios Profesionales una colección de medidas, que pretende liberalizar diversos sectores y reduciendo las trabas a las pequeñas, medianas y nuevas empresas, para generar empleo. En síntesis un compendio de errores desde el desconocimiento del entorno profesional y un deseo de acabar con la independencia de los Colegios Profesionales. Firmando así su práctica defunción.

Como en tantas cosas, tantas, tantas… no entiendo cómo no ha habido una brutal movilización en contra de esta ley, de hecho prácticamente no se ha movido ni una hoja.

La eliminación del visado y la Colegiación pseudoobligatoria, la limitación de la cuota colegial, la eliminación de la posibilidad de orientar sobre honorarios, ponen a los Colegios Profesionales al borde de su conversión en asociaciones de amigos y colegas profesionales financiadas por mecenas.

Pero aun así, hay un punto que me escama sobre manera. Y es el que se destaca que en aras de una gestión coherente y equilibrada se somete a los colegios a la presentación de una memoria anual obligatoria y una auditoría (cosas que se hacían hasta el momento) pero que serán supervisadas por la administración autonómica y nacional y su simple rechazo implicará la disolución de su Junta y una convocatoria de nuevas elecciones.

Los Colegios Profesionales, que seguramente sean el último mohicano de la tecnocracia más o menos independiente, sucumben de súbito a la imperiosa obligatoriedad del servilismo y de la complacencia del político que debe juzgar su memoria… Una pena y una infamia.

Mi Colegio, el Ilustre Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, apenas se ha movilizado. Es verdad que corren malos tiempos para el sector, pero eso no es óbice para que nos entreguemos al poder, a no poder hacer informes técnicos independientes, a no ser sinceros con nosotros mismos y nuestra profesión. A la desaparición.

Los que me conocéis sabéis de mi admiración y respeto a la institución y las mil ideas que hemos comentado en múltiples foros para mejorar sus funciones, y las veces que hemos planeado nuestra candidatura. Pues con esto se convierte en un ente con las manos y los pies atados. Parafraseando a Unamuno, “me duele el Colegio” y si ya hemos desprestigiado por completo la profesión, ¿por qué hacerlo también con sus últimos vestigios?

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