sábado, julio 13, 2013

Héroe Snowden, ridículo europeo.

Allá, en una sala de la zona de tránsito del aeropuerto internacional de Moscú, debe andar un hombre, estoy seguro que fácilmente identificable porque lleva allí ya más de 20 días, que más que poner en jaque la inteligencia norteamericana, como así se le acusa desde el Pentágono, ha puesto en ridículo a numerosos países, obviamente incluido el nuestro, ha dejado en evidencia a numerosos políticos y hecho un involuntario análisis del nuevo orden internacional.

Cuando Snowden, de un modo absolutamente consciente y casi altruista, diría yo, decidió revelar que la CIA poseía una red, apoyada por empresas norteamericanas del mundo de la informática para ejercer un espionaje masivo a organismos públicos y privados, de países tanto “enemigos” como “aliados”, nunca sospechó que en la mal llamada comunidad internacional existía un síndrome de Estocolmo del mismo tamaño que el escándalo que estaba filtrando.

Pero dentro de ese nuevo orden mundial, el servilismo no está repartido por igual. Mientras que países “incómodos” como China, Bolivia, Venezuela, Iran, Cuba, intentan desprenderse de su cuota, ésta parte es asumida íntegramente por Europa, que no sólo es la víctima de este desleal espionaje, sino que colabora de un modo muy por encima de lo razonable, y por encima de su propia dignidad con todo aquello que desee Estados Unidos.

El culmen fue el episodio del jueves de la semana pasada cuando un Jefe de Estado de un país, fue primero obligado a aterrizar de emergencia en Viena por la negativa de multitud de países europeos (incluido España) a dejar volar su avión oficial, después privado de su libertad y registrado, como si se tratase de un delincuente por autoridades austriacas, solo por la sospecha de que en su avión viajaba Edward Snowden.

Un Jefe de Estado siendo maltratado por un estado del supuesto primer mundo, con la complicidad del resto. Secuestrado, vilipendiado, por un rumor, que encima se comprobó falso, qué paradoja, una falsa filtración.

Como siempre, ninguna disculpa. A los débiles se les puede maltratar hasta el extremo. Los países que hablan de derechos humanos, que mandan observadores a las elecciones para verificar su limpieza tienen vía libre para por cumplir con el “imperialismo yanqui” que les humilla diplomática y económicamente de modo continuo, y machacar, sin razón, a quienes sea necesario. Sea por obra o por omisión.

Vergonzoso comportamiento europeo, simplemente vergonzoso. Empieza a no estar claro quiénes son los débiles y quienes los fuertes. Hoy los países del Mercosur, han decidido llamar a consultas a sus embajadores en Europa por este asunto. Otra pista.

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