El domingo se vota. Al menos eso dicen carteles por la calle y los medios de comunicación. Pero ni los ciudadanos, ni los medios, ni siquiera los propios políticos saben o quieren saber para que valen las elecciones del domingo.
La sensación de “marionetismo” es constante y prácticamente generalizada.
Los partidos políticos y sus políticos profesionales afrontan este encuentro con las urnas como un ejercicio de mera supervivencia. Los partidos grandes porque quieren saber dónde se para su caída, los medianos porque quieren saber si son capaces de llegar a ser grandes, y las pequeñas formaciones y los nuevos partidos porque un buen puñado de votos ahora garantiza dinero, popularidad y recursos para próximas ocasiones. Salvo de la quema el regionalismo, porque cada voto que consigue, cada eurodiputado, significa garantizar la voz de regiones diferentes, con anhelos particulares en ese monstruo llamado Europa. Loable fin.
La conclusión de todo esto es que nosotros, los votantes, iremos con nuestra papeleta a dar servicio al sistema, cuando estas elecciones son importantísimas por lo que Europa participa en nuestras vidas.
Europa decide nuestros recortes, abre más o menos el grifo del crédito, fija el importe de nuestras hipotecas, nos asigna nuestras cuotas agrarias, pesqueras… y eso lo van a dilucidar todos los europeos votando a la vez. Y todo esto está muy por encima de Valenciano y Cañete…
Si fuésemos serios, en los carteles saldría un tal Juncker y un tal Schulz que han pasado por España de puntillas, y cuya declaración más destacada es esa en la que el cabeza de lista del PP europeo (Juncker) admitía estar sorprendido por la ley hipotecaria española, por lo injusto y la inexistencia de la dación en pago… Ellos debaten en las televisiones en alemán, y cada gran bloque europeo tiene su programa, y a fe que son bien diferentes, pero de eso no se habla, nada de nada.
Así vamos a ir a votar el domingo. Con la sensación no errónea de alimentar con nuestro voto al sistema que nos tiene con el agua al cuello y con la sensación de que se vote lo que se vote, Europa seguirá siendo cobarde y gobernada por los mismos. La suerte está echada y no nos favorece.
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