El final del verano.
¡Qué gran canción! ¡Qué forma de definir una serie de sentimientos! Un inmejorable titular para la necesidad de expresar lo que se siente cuando se terminan las vacaciones de verano, que además se ha hecho coincidir casualmente con la fecha de cambio de estación.
Estas últimas vacaciones de verano han sido peculiares y desde luego absolutamente aconsejables. Una visita de carácter meramente festivo y playero que une Murcia, el Parque Natural del Cabo de Gata y Almería. La razón del viaje, que al final fue excusa, fue la celebración de las bodas de Carlos Baile y Carolina y la de Rubén e Himilce, ambas saldadas con rotundos éxitos. Pero para éxito, el nuestro. Unos días de convivencia con compañeros de carrera y acompañantes en los que las risas, las conversaciones amenas y formativas han sido una cascada incesante.
Gracias a todos, a los que estuvieron todos los días, a los que estuvieron el primer fin de semana, a los que se acercaron a la boda de Agualdulce el siguiente... a todos y sobre todo a los novios, ahora matrimonios, que han sido capaces de organizar un par de bodas excelentes donde las atenciones hacia sus invitados han sido constantes. Gracias a todos.
Me quedan siete horas para volver a la oficina, a retomar el quehacer diario, que por otro lado, como no podía ser de otra forma, no se ha abandonado durante todos estos días... ya se sabe el mal que le ha hecho a nuestra calidad de vida el teléfono móvil.
Ahora hemos vuelto y tras el traspié de la no calificación para el apetecible proyecto del Metro North de Dublín hay que volver con más fuerzas y sabiendo que hasta navidades no habrá otro periodo de cargada de pilas... Ya se sabe el final del verano.
Y vuelvo tras esta pequeña reseña autobiográfica a los temas de actualidad. Éste, el de hoy light, para ir comenzando.
¡Qué gran canción! ¡Qué forma de definir una serie de sentimientos! Un inmejorable titular para la necesidad de expresar lo que se siente cuando se terminan las vacaciones de verano, que además se ha hecho coincidir casualmente con la fecha de cambio de estación.
Estas últimas vacaciones de verano han sido peculiares y desde luego absolutamente aconsejables. Una visita de carácter meramente festivo y playero que une Murcia, el Parque Natural del Cabo de Gata y Almería. La razón del viaje, que al final fue excusa, fue la celebración de las bodas de Carlos Baile y Carolina y la de Rubén e Himilce, ambas saldadas con rotundos éxitos. Pero para éxito, el nuestro. Unos días de convivencia con compañeros de carrera y acompañantes en los que las risas, las conversaciones amenas y formativas han sido una cascada incesante.
Gracias a todos, a los que estuvieron todos los días, a los que estuvieron el primer fin de semana, a los que se acercaron a la boda de Agualdulce el siguiente... a todos y sobre todo a los novios, ahora matrimonios, que han sido capaces de organizar un par de bodas excelentes donde las atenciones hacia sus invitados han sido constantes. Gracias a todos.
Me quedan siete horas para volver a la oficina, a retomar el quehacer diario, que por otro lado, como no podía ser de otra forma, no se ha abandonado durante todos estos días... ya se sabe el mal que le ha hecho a nuestra calidad de vida el teléfono móvil.
Ahora hemos vuelto y tras el traspié de la no calificación para el apetecible proyecto del Metro North de Dublín hay que volver con más fuerzas y sabiendo que hasta navidades no habrá otro periodo de cargada de pilas... Ya se sabe el final del verano.
Y vuelvo tras esta pequeña reseña autobiográfica a los temas de actualidad. Éste, el de hoy light, para ir comenzando.
La pasada semana se hicieron públicas las películas que optarán a ser nominadas dentro de la categoría a mejor película extranjera en los próximos Oscar. Paradójicamente ninguna de las tres películas ha sido estrenada para el gran público. Pero sobre una de ellas se han cargado las tintas de la injusticia desde los medios más reticentes a afrontar nuestro pasado.
La película de las “Trece Rosas” que no he visto, y que de veras que ansío poder comentar, narra una historia dedicada para todos aquellos que le llaman a los 40 años de dictadura, “dictablanda”, en tono jocoso. Para los que niegan la represión.
La historia de las Trece Rosas es el nombre colectivo que se les dio a un grupo de trece muchachas, siete de ellas menores de edad (entonces establecida en 21 años), fusiladas por la represión franquista en Madrid, el 5 de agosto de 1939, poco después de finalizar de la Guerra Civil Española.
Si el denostado cine español, con películas como Salvador, o ésta de “Trece Rosas” ayuda a no olvidar un pasado que otros se empeñan en obviar, bienvenido sea.
Para ellas: Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Avelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, mis mayores respetos y mi comprensión, sobre todo ante aquellos que escudados en la actualidad osan manchar vuestra existencia y memoria.
¿Para cuando la película del Pozu Funeres? Animo al personal a intentarlo, ahí también hay historia.
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