Regresión vasca.
Hace tiempo, se puso de moda en televisión eso de llevar al personal a sufrir una sesión de hipnosis y contar qué era en otra vida. El miércoles, cuando Josu Jon Imaz hizo circular el comunicado en el que presentaba su dimisión, Euskadi volvía atrás en el tiempo, sufría una regresión súbita, que volvía a poner al PNV en manos del sector más soberanista del partido, el más intolerante con el otro cincuenta por ciento de la sociedad vasca.
Hace tiempo, en uno de los primeros comentarios que escribía en el blog, homenajeaba a un político que ha sabido girar un partido nacionalista 180 grados, haciéndole mirar a un futuro alentador, moderno y lejos de ambages.
Josu Jon ha puesto sus intereses al servicio del partido. Aunque no exactamente, ha puesto sus intereses personales, al servicio de lo más rancio de su partido, el sector más “Arzallucista”. Comenta en su nota de prensa que lo hace para evitar un cisma, una escisión en el partido. Error.
Imaz ha optado por lo correcto y por lo fácil, pero creo que por lo no conveniente. Ni para Euskadi, ni para España. Ha dado carta blanca a los Ibarretxe, a los Egibar, a los Urkullu, para poder poner el PNV en el mismo lugar que hace 20 años, cuando el PSE le “regaló” la lehendakaritza. También se equivocan.
La sociedad vasca no quiere un PNV tibio con la violencia. La sociedad vasca no quiere volver a oír eso que Arzalluz dijo hace tiempo: “Unos tienen que agitar el árbol para que otros recojan las nueces”, ya no quiere que nadie agite el árbol.
Me da pena, mucha pena por Josu Jon. Espero que al igual que se le ha hecho estos días desde todas las tribunas políticas y medios de comunicación, la sociedad vasca le homenajee dándole la razón, apostando por el nacionalismo moderado, firme pero sin estridencias.
También es ésta una oportunidad única para el PSE de tomar el centro, la moderación, de la lucha nacionalista que se vive y se vivirá con más fragor ahora en Euskadi, sobre todo ahora que ya no hay piedras en el camino. (Sí, lo digo por la díscola Rosa Díez). Espero que la aproveche y pueda convertirse en el partido que abogue por la integración de la sociedad vasca, el verdadero mestizaje ideológico entre nacionalistas y no nacionalistas, sin frentismo.
Hasta que llegue este momento, Josu Jon, gracias y hasta siempre.
Hace tiempo, se puso de moda en televisión eso de llevar al personal a sufrir una sesión de hipnosis y contar qué era en otra vida. El miércoles, cuando Josu Jon Imaz hizo circular el comunicado en el que presentaba su dimisión, Euskadi volvía atrás en el tiempo, sufría una regresión súbita, que volvía a poner al PNV en manos del sector más soberanista del partido, el más intolerante con el otro cincuenta por ciento de la sociedad vasca.
Hace tiempo, en uno de los primeros comentarios que escribía en el blog, homenajeaba a un político que ha sabido girar un partido nacionalista 180 grados, haciéndole mirar a un futuro alentador, moderno y lejos de ambages.
Josu Jon ha puesto sus intereses al servicio del partido. Aunque no exactamente, ha puesto sus intereses personales, al servicio de lo más rancio de su partido, el sector más “Arzallucista”. Comenta en su nota de prensa que lo hace para evitar un cisma, una escisión en el partido. Error.
Imaz ha optado por lo correcto y por lo fácil, pero creo que por lo no conveniente. Ni para Euskadi, ni para España. Ha dado carta blanca a los Ibarretxe, a los Egibar, a los Urkullu, para poder poner el PNV en el mismo lugar que hace 20 años, cuando el PSE le “regaló” la lehendakaritza. También se equivocan.
La sociedad vasca no quiere un PNV tibio con la violencia. La sociedad vasca no quiere volver a oír eso que Arzalluz dijo hace tiempo: “Unos tienen que agitar el árbol para que otros recojan las nueces”, ya no quiere que nadie agite el árbol.
Me da pena, mucha pena por Josu Jon. Espero que al igual que se le ha hecho estos días desde todas las tribunas políticas y medios de comunicación, la sociedad vasca le homenajee dándole la razón, apostando por el nacionalismo moderado, firme pero sin estridencias.
También es ésta una oportunidad única para el PSE de tomar el centro, la moderación, de la lucha nacionalista que se vive y se vivirá con más fragor ahora en Euskadi, sobre todo ahora que ya no hay piedras en el camino. (Sí, lo digo por la díscola Rosa Díez). Espero que la aproveche y pueda convertirse en el partido que abogue por la integración de la sociedad vasca, el verdadero mestizaje ideológico entre nacionalistas y no nacionalistas, sin frentismo.
Hasta que llegue este momento, Josu Jon, gracias y hasta siempre.
2 comentarios:
Como a ti y a mucha gente me da mucha pena la marcha de Imaz. Me gustaba su discurso moderado y su tenaz lucha contra la violencia.
No dices nada sobre las causas de esta retirada. ¿No crees que una sociedad sometida a la violencia permanente termina expulsando a los líderes que luchan contra ella?
No me extrañaría que alguna "amenaza" abertzale estuviera detrás de esta decisión. Un político con vocación como Josu jamás se retiraría de la vida pública.
Triste sino de la sociedad vasca.
¿Cuántas generaciones faltarán para que surjan líderes capaces de aglutinar suficientes voluntades para gobernar con la razón en Euskadi?
La "voluntad general" que reclamaba Rouseau en el "Contrato Social" para gobernar un pueblo, ¡qué difícil lo tiene en el País Vasco Vasco!
Open Fields.
Open Fields, no te he podido contestar antes debido a mi ausencia vacacional pero no me gustaría pasar por encima de lo que planteas.
No estoy seguro de que la violencia en Euskadi tenga algo que ver con la violencia que envuelve la sociedad vasca. Imaz ha convoivido estos años con ella y la ruptura de la tregua no supone ningún desgaste extra para él. Creo lo que dice y creo que la mayor fuerza de su corriente opositora en el PNV es la que le empuja al abandono.
A tu pregunta sobre las generaciones a trascurrir, es cero. Ya ha habido un lider que podía haber aglutinado ese sentimiento del que hablas, pero no hay un partido nacionalista que desee integrar a los no nacionalistas. De ahi que sea mucho más sencillo para un partido generalista agrupar entorno a sí a nacionalistas moderados, siempre que no se busque la confrontación.
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