El país que gobierna el mundo está obsoleto.
No seré yo el que desde aquí haga proselitismo del poder yanqui que tanto económicamente como socialmente maneja a su antojo el mundo. Desde su comúnmente llamado “patio trasero”, latinoamérica, hasta a sus potenciales rivales, léase Uniona Europea o Japón.
No obstante sería de necios negar que la cultura norteamericana nos tiene, sin entrar en personalismos, absolutamente abducidos. El cine, su deporte, sus elecciones que nos tienen en vilo, un año entero, pendientes de cualquiera de los caucus de sus 50 estados.
Pero esta cortina, esos arbolillos, a veces no nos dejan ver el bosque, de tal modo que esa constelación de estrellas mediáticas no nos permiten contemplar que en muchos aspectos es un país con multitud de años de retraso.
Pasa eso, por ejemplo, en el mundo de las infraestructuras. Hace algo más de dos años, el huracán Katrina dio muestras de la endeblez ingenieril del país. Una de las grandes ciudades del sureste quedó absolutamente arrasada y las víctimas se contaron por centenares. Pudieron verse escenas propias de otras latitudes. Propias de países en desarrollo con las edificaciones derruidas, con grandes obras civiles con fallos estructurales gravísimos…
La semana pasada pudieron volver a comtemplarse escenas similares. Unas lluvias torrenciales en el estado de Missouri dejaron imágenes dantescas de desbordamientos de ríos, de presas de materiales sueltos reventadas… Como si la ingeniería civil norteamericana fuese de otra época. Como si todos los planes de emergencia y trabajos post construcción que se realizan en otros países occidentales desarrollados (véase España) no tuviesen cabida en la capital del mundo.
Y el problema está ahí. En un país de muy bajos impuestos, en el que el liberalismo económico y social convive con la más rancia doble moral, no hay dinero suficiente como para mantener, modernizar y revisar la obra civil. De ahí las imágenes de puentes colapsando cada dos por tres. De presas rompiendo, de ríos sin canalizar desbordados… Estoy seguro que cualquiera de vosotros podría decir un par o tres empresas norteamericanas de prestigio de cualquier campo. Prueba, por favor, con constructoras. Casi imposible, ¿no?.
Triste y curios pero cierto. El país en el que todos quieren reflejarse está en quiebra ingenieril. Para reflexionar.
No seré yo el que desde aquí haga proselitismo del poder yanqui que tanto económicamente como socialmente maneja a su antojo el mundo. Desde su comúnmente llamado “patio trasero”, latinoamérica, hasta a sus potenciales rivales, léase Uniona Europea o Japón.
No obstante sería de necios negar que la cultura norteamericana nos tiene, sin entrar en personalismos, absolutamente abducidos. El cine, su deporte, sus elecciones que nos tienen en vilo, un año entero, pendientes de cualquiera de los caucus de sus 50 estados.
Pero esta cortina, esos arbolillos, a veces no nos dejan ver el bosque, de tal modo que esa constelación de estrellas mediáticas no nos permiten contemplar que en muchos aspectos es un país con multitud de años de retraso.
Pasa eso, por ejemplo, en el mundo de las infraestructuras. Hace algo más de dos años, el huracán Katrina dio muestras de la endeblez ingenieril del país. Una de las grandes ciudades del sureste quedó absolutamente arrasada y las víctimas se contaron por centenares. Pudieron verse escenas propias de otras latitudes. Propias de países en desarrollo con las edificaciones derruidas, con grandes obras civiles con fallos estructurales gravísimos…
La semana pasada pudieron volver a comtemplarse escenas similares. Unas lluvias torrenciales en el estado de Missouri dejaron imágenes dantescas de desbordamientos de ríos, de presas de materiales sueltos reventadas… Como si la ingeniería civil norteamericana fuese de otra época. Como si todos los planes de emergencia y trabajos post construcción que se realizan en otros países occidentales desarrollados (véase España) no tuviesen cabida en la capital del mundo.
Y el problema está ahí. En un país de muy bajos impuestos, en el que el liberalismo económico y social convive con la más rancia doble moral, no hay dinero suficiente como para mantener, modernizar y revisar la obra civil. De ahí las imágenes de puentes colapsando cada dos por tres. De presas rompiendo, de ríos sin canalizar desbordados… Estoy seguro que cualquiera de vosotros podría decir un par o tres empresas norteamericanas de prestigio de cualquier campo. Prueba, por favor, con constructoras. Casi imposible, ¿no?.
Triste y curios pero cierto. El país en el que todos quieren reflejarse está en quiebra ingenieril. Para reflexionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario