jueves, marzo 20, 2008

Eutanasia y suicidio.

Seguramente en estos días de recogimiento, donde parece no pasar nada no sea el momento de hablar de estas cosas. Además es quizá éste, uno de los temas más escabrosos que se pueden tocar desde el punto de vista ético. No cabe duda.

Pero estos días nadie puede quitarse de la cabeza el rostro de la francesa Chantal Sebire, que con una enfermedad incurable, con dolores sobrehumanos y con el único objeto de ser referente mundial de los enfermos que sufren a la espera de mejores tratamientos paleativos, luchó contra la justicia francesa buscando una salida a su situación y a multitudes similares.

No consiguió su victoria en vida. Pero es posible que sí la haya conseguido tras su polémica muerte, ayer. De hecho fuentes oficiales del Gobierno francés afirman estar abriendo una puerta a una modificación de la ley sobre cuidados paliativos.

Como en su momento lo fue aquí, en España, Ramón Sampedro, la imagen de su rostro desfigurado por un tumor en las fosas nasales, su relato sobre los "atroces" dolores que le provocaba la enfermedad, poco común, degenerativa e incurable, han conseguido conmocionar al país y relanzado el debate sobre la eutanasia.

Este elemento de decisión personal que ya se practica en los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Suiza también debe llegar al resto de Europa, mucho más conservadora en estos casos. Recuerdo que hace unos años fue también Francia la que comenzó a estudiar la necesidad cuando el caso Humbert hizo temblar las convicciones del país galo.

Morir con dignidad es un derecho que debería asistir a toda persona humana. El hecho de que el suicidio sea patrimonio de cada persona, pero los cuidados paliativos “radicales” no lo sean, no es justo. Se premia la ilegalidad.

Si en los Paises Bajos se lo plantean y lo aplican sin problemas, no entiendo por qué los países del sur de Europa no se ven capacitados, ni siquiera para abrir el melón. Habrá que seguir esperando el momento de madurez de estas sociedades. De momento, Chantal ya descansa en paz.

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