miércoles, marzo 25, 2009

Cómo hacer un gran problema de una anécdota.

Las formas de complicarse la vida políticamente son inescrutables. Y a lo acontecido estos días entorno a la retirada de tropas de Kosovo es el más claro ejemplo de esta aseveración.

La pasada semana, la ministra de Defensa tuvo a bien comunicar a la tropa destinada en la región balcánica que España pensaba retirar sus efectivos allí en menos de seis meses.

Esta semana, el asunto, y la posterior y desafortunada reacción de los Estados Unidos pasan por el Parlamento, el Senado y por todos los medios de comunicación para regocijo de la oposición.

Al final, el autogol que el Gobierno se ha metido, (o incluso, a veces pienso, que ha decidido deliberadamente meterse) ha terminado con un ejercicio velado, tenue, insuficiente, pero indicativo de autocrítica por parte de la Ministra donde reconoció “errores de forma” y algunos “equívocos” en el modo de gestionar el asunto.

Lo curioso e impactante del asunto es que la retirada de tropas de Kosovo une a las principales fuerzas políticas en el fondo. Tanto PP, como el PSOE, como IU, están de acuerdo (seguramente por diferentes razones) con el cese de la misión. Personalmente creo que eso fue lo que pensó la Ministra, el Gobierno, el Presidente o quien fuera que tomase la decisión: “Si todo el mundo está de acuerdo esto jamás puede ser un problema”. Error, porque lo de mirarse el ombligo es malo y los problemas no sólo pueden venir de dentro, sino que, sobre todo en política exterior, te los pueden generar otros.

Esos otros, que decidieron pedir explicaciones en público, son los que han dado los argumentos a la oposición para poder armar todo este escándalo, que sucede al del Ministro Bermejo en el “hit parade” de la oposición, (ávida de razones para no hablar de sus escándalos internos).

De todos modos, es de sentido común, que si estás en una fuerza multinacional, el resto de integrantes deberían enterarse de tus intenciones con cierto margen de maniobra. Es de cajón.

Me parece una pena que este asunto de Kosovo y cómo ha sido gestionado, hasta este último affaire, por el Gobierno, pase a la historia como el de la metedura de pata de Chacón y no como el ejemplo de responsabilidad del Gobierno que nunca ha reconocido Kosovo como estado independiente, que ha rechazado de plano su autonombrada independencia y que aun así ha participado de una fuerza internacional cuyo primer objetivo fue evitar un “supuesto” genocidio.

Pues no. Lo que parecía un correcto comportamiento, se emborrona hasta el infinito como se ha demostrado estos últimos días. Muchas veces y sobre todo en la primera legislatura se justificaban estos errores como producto de la bisoñez del Gobierno. Ahora ya no tienen pase.

La retirada de los soldados que es, como hecho, el final de la contradicción de la posición oficial de España frente a Kosovo y que además dejaba a las claras la oposición a su independencia se ha hecho mal. Muy mal. Muy descortinada, muy improvisada y muy mal puesta en escena.

A veces, parece tan fácil hacer las cosas bien.

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