miércoles, mayo 12, 2010

Un día triste.

Pensaba que la salida de la crisis ya se avistaba. Pensaba que lo peor ya había pasado. Pensaba… Pero al final, lo que el Gobierno, a priori, no quería hacer, lo han impuesto desde Europa.

Entiendo que el dinero que ahora le tenemos que prestar a Grecia debe salir de algún sitio, entiendo que la reducción del déficit debe ser prioritaria para evitar un exceso de deuda pública. Pero… ¿así? ¿Pagando esto los funcionarios y los pensionistas? Eso no es lo que esperaba.

El plan que el presidente ha presentado esta mañana, implica fundamentalmente una pérdida de poder adquisitivo de pensionistas y funcionarios, así como una disminución de otras ayudas, como el famoso (y en muchos casos aplaudido) cheque-bebé y una reducción de la inversión en infraestructuras.

Además se acusa al Gobierno de que este plan no está en sintonía con los ayuntamientos y las Comunidades, pero sin duda, que sí va a repercutir en el sueldo del resto de funcionarios públicos, autonómicos y municipales. El Gobierno central va a transferir menos dinero a las Autonomías para que apliquen ese mismo modelo con sus propios funcionarios. Eso también repercutirá en la disminución del gasto público.

La verdad es que es tocar un sector que, dado que no puede ser dañado por el desempleo, debe serlo ahora con una rebaja de sus retribuciones.

Estoy seguro que, para un Gobierno progresista, seguramente, el de más a la izquierda, que, me temo, verán nuestros ojos, debe haber sido un día triste. Para mí, sí lo ha sido.

Me queda un clavo ardiendo. El último al que me agarro para argumentar la valentía venida a menos de este Gobierno en la salida de la crisis y es el no haber optado aún por abaratamiento del despido y el no tocar las prestaciones por desempleo, espero que entorno a estos dos pilares básicos se pueda construir el famosísimo cambio de los modos de producción de este país y sean al menos estos dos, los intocables derechos de los trabajadores.

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