miércoles, octubre 23, 2013

El trasfondo de la “doctrina Parot”

Si hoy estás buscando algo polémico en estas líneas, te equivocas. De hecho, puedo presumir que he dejado cualquier ejercicio de opinión, menos el que recojo en el último párrafo, de lado antes de escribir esto, que sólo quiero ilustrar, tranquilizar y hacer reflexionar a todos aquellos que andan subiéndose por las paredes, colgando comentarios insanos e inexactos y fotos y reseñas caducas en las redes sociales.

La doctrina Parot, y los que me leéis con asiduidad sabéis que los datos que doy no suelen ser falsos, comenzó su andadura en febrero de 2.006, segundo año del primer gobierno de Zapatero, tras una sentencia del Tribunal Supremo que apoyó hasta el mismísimo diablo encarnado en el cuerpo del juez Garzón.

En los códigos penales españoles, hasta este hecho, los beneficios penitenciarios se aplicaban al total de tiempo que el reo pasaría entre rejas. Esto implica una doble limitación: primero, el triple de la pena más grave. Segundo, un límite máximo en todo caso: 20, 30 o 40 años según los casos. Por tanto, una condena nominal de 2.000 años se queda en una condena efectiva de 30 años, por ejemplo. A partir de 2.006 los beneficios penitenciarios se aplicarían al total de la condena.

Pero se quiso ir más allá e intentar enmendar asuntos que en el pasado no hubo valentía de tratar, con lo que se propuso que esta “doctrina Parot” también se aplicase a las penas dictadas antes de 2.006. Error jurídico brutal, supongo que a propósito. Este hecho viola los artículos 7 y 5.1 de la Convención Europea de Derechos Humanos "respecto al que establecen la irretroactividad de las leyes penales desfavorables". Esto lo sabe hasta el conductor de autobús que pasa por delante de la Facultad de Derecho.

Con lo cual, todo esto que ahora indigna, no es más que un paripé del que se tenía absoluta consciencia desde el principio, esto no es más que un debate vacío, que cómo no, da pábulo a predicadores para que alimenten que cada uno se refugie en su extremismo.

Como le decía a una amiga esta tarde, esto lo sabía todo el mundo y su difusión extrema no viene más que a coger el relevo de Gibraltar, de Cataluña o de lo que sea con tal de no hablar de cómo los bancos se enriquecen con nuestro dinero, cómo damos dinero europeo al sistema sin que se nos condonen las deudas, cómo echamos fuera de sus casas de protección a desfavorecidos para revender sus inmuebles, cómo los pensionistas y los parados pierden poder adquisitivo día tras día, o cómo en Brasil las multinacionales se rifan los recursos del país ante las protestas de unos pocos.

Acabo con mi reflexión personal, quizá la única pincelada polémica en el post. A mí, estar privado de libertad 26 años, me parece un castigo enorme, no existiendo la cadena perpetua o la pena capital, podrás pensar si es suficiente o no, pero el Derecho es un pilar fundamental de nuestra sociedad desde hace más de 2.500 años y si hay que respetarlo, hay que respetarlo. De todos modos, no se os olvide que detrás de cada indignación vuestra hay gente que vive profesionalmente de hacer política con las víctimas del terrorismo, incluso hermanos de víctimas del terrorismo que han decidido que su venganza sea vivir profesionalmente de la memoria de sus muertos y pretender encima que comparta sus reflexiones meramente políticas.

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