Kosovo, un problema para todos.
Los temas relacionados con la territorialidad son, sin duda alguna, los que más quebraderos de cabeza les acarrean a los pueblos en su conjunto. Es cierto que cada uno de sus habitantes, como individuo, tiene sus prioridades y sus anhelos, pero desde la antigüedad, son los territorios, las ansías de gobernar su camino y la gestión de toda esta suma la que centran los deseos colectivos de una nación.
De este sentimiento humano aparece el conflicto Kosovar. Siendo fieles a la verdad, de este sentimiento y de un genocidio étnico, muy “a lo balcánico”.
El pueblo de Kosovo, utilizó el debilitamiento que supuso la guerra de los Balcanes para Serbia para comenzar irremediablemente un camino hacia la independencia. Un camino que desafía a las más elementales leyes de política internacional y que provoca que un territorio, que, según se afirma, es tan grande como Asturias sea independiente y pase de estar integrado en la unidad serbia a ser un problema mayor como nación independiente.
Los temas relacionados con la territorialidad son, sin duda alguna, los que más quebraderos de cabeza les acarrean a los pueblos en su conjunto. Es cierto que cada uno de sus habitantes, como individuo, tiene sus prioridades y sus anhelos, pero desde la antigüedad, son los territorios, las ansías de gobernar su camino y la gestión de toda esta suma la que centran los deseos colectivos de una nación.
De este sentimiento humano aparece el conflicto Kosovar. Siendo fieles a la verdad, de este sentimiento y de un genocidio étnico, muy “a lo balcánico”.
El pueblo de Kosovo, utilizó el debilitamiento que supuso la guerra de los Balcanes para Serbia para comenzar irremediablemente un camino hacia la independencia. Un camino que desafía a las más elementales leyes de política internacional y que provoca que un territorio, que, según se afirma, es tan grande como Asturias sea independiente y pase de estar integrado en la unidad serbia a ser un problema mayor como nación independiente.
Pero hasta aquí es simplemente el hecho. A partir de ahí, es decir de la independencia unilateral, viene todo el lío. Lío que nace del reconocimiento de Kosovo como país, por parte de un gran número de potencias europeas y por Estados Unidos, volviendo a saltarse a la torera la legalidad internacional.
La oposición de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad, evitó, evita y evitará que Kosovo sea reconocido como país en la ONU. Los lazos de sangre de los eslavos del norte y de los del sur lo impiden.
Como reacción obvia, el ministro de Exteriores de Serbia ha llamado a consultas "a los embajadores en todos los países que han reconocido Kosovo" como país independiente.
No es el caso de España, que no ha reconocido a Kosovo como nación independiente y que se aferra a la legalidad internacional en su actuar cotidiano. Correcta decisión a mi entender.
Desde el PP, no hay señales de vida al respecto. Supongo que se debaten entre apoyar una secesión, pecado para el nacionalista español, o hacer sangre al Gobierno aduciendo que se aleja de los países más fuertes de Europa.
El presidente de Serbia, Boris Tadic, ha rogado encarecidamente al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que declare "la ilegal y unilateral secesión de Kosovo como nula e inválida", al tiempo que subrayó que ese reconocimiento tendrá "consecuencias impredecibles". Muestra de la impotencia internacional ante las presiones de las potencias.
Consecuencias tan impredecibles como que se necesitará de una eterna fuerza de interposición para evitar conflictos que pudieran parecer de otra época no muy lejana.
Nuestro Gobierno acierta, la oposición también, por fin un ejercicio conjunto de coherencia, sorprendente, ¿no?.
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