Sí es la construcción, estúpido.
En 1992, la campaña del candidato demócrata Bill Clinton acuñó la famosa frase “Es la economía, estúpido”, para referirse a que las principales preocupaciones del electorado estadounidense giraban alrededor de importantes temas económicos; la economía atravesaba un mal momento. Clinton derrotó al presidente George Bush (padre), a pesar de la victoria de éste en la primera Guerra del Golfo (1991) contra Irak.
Aquí en España, eso no pasa. La gente, piensen Solbes y Pizarro lo que piensen, no está pendiente del PIB, de la deuda externa y tal… eso queda para un puñado de eruditos. En lo que el personal pone sus miras es en cosas mucho más tangibles como el desempleo, producto de la economía, pero también resultado de las políticas socio laborales de un Gobierno.
Ayer, tras la salida del peor dato de desempleo en un mes de enero desde hace una década, se produjo el consecuente cruce de declaraciones de justificación y de crítica.
A pesar de lo enrevesado de éstos, el razonamiento es sólo uno: “Es la construcción, estúpido”. El mismo sector que nos ha hecho crecer macroeconómicamente hasta límites insospechados, con unos ritmos superiores al de todos nuestros vecinos. Es la construcción.
Ahora el ritmo de construcción de viviendas ha descendido. Ya no se construye tanto y eso pasa factura. Pero no sólo la vivienda es la culpable, de hecho, la obra pública también es responsable de este funesto dato. De hecho no es producto del azar que las dos comunidades en las que más crece el paro son precisamente, Madrid y Andalucía que casualmente son las que acaban recientemente de terminar sus infraestructuras-bandera de la pasada legislatura. Las empresas han estado aguantando, o no, lo más posible a sus asalariados, hasta que terminado el año han decidido deshacerse de ellos.
Por comunidades, me remito de nuevo, Cataluña es la que ha obtenido unos índices de empleo más ventajosos, tampoco es casualidad, de largo es actualmente la Comunidad en la que más obra pública hay en marcha.
Del análisis de este razonamiento, acertadamente, viene el principio de plan especial para el empleo de gente del sector de la construcción que el Gobierno anunció ayer tarde.
Pero hay una derivada más. En Madrid, toda la obra pública se encuentra absolutamente parada, posiblemente a propósito, con el único fin de cargar las listas del paro los meses preelectorales. Es un escollo más que encuentran los datos publicados ayer.
Preocupantes, pero no tanto.
En 1992, la campaña del candidato demócrata Bill Clinton acuñó la famosa frase “Es la economía, estúpido”, para referirse a que las principales preocupaciones del electorado estadounidense giraban alrededor de importantes temas económicos; la economía atravesaba un mal momento. Clinton derrotó al presidente George Bush (padre), a pesar de la victoria de éste en la primera Guerra del Golfo (1991) contra Irak.
Aquí en España, eso no pasa. La gente, piensen Solbes y Pizarro lo que piensen, no está pendiente del PIB, de la deuda externa y tal… eso queda para un puñado de eruditos. En lo que el personal pone sus miras es en cosas mucho más tangibles como el desempleo, producto de la economía, pero también resultado de las políticas socio laborales de un Gobierno.
Ayer, tras la salida del peor dato de desempleo en un mes de enero desde hace una década, se produjo el consecuente cruce de declaraciones de justificación y de crítica.
A pesar de lo enrevesado de éstos, el razonamiento es sólo uno: “Es la construcción, estúpido”. El mismo sector que nos ha hecho crecer macroeconómicamente hasta límites insospechados, con unos ritmos superiores al de todos nuestros vecinos. Es la construcción.
Ahora el ritmo de construcción de viviendas ha descendido. Ya no se construye tanto y eso pasa factura. Pero no sólo la vivienda es la culpable, de hecho, la obra pública también es responsable de este funesto dato. De hecho no es producto del azar que las dos comunidades en las que más crece el paro son precisamente, Madrid y Andalucía que casualmente son las que acaban recientemente de terminar sus infraestructuras-bandera de la pasada legislatura. Las empresas han estado aguantando, o no, lo más posible a sus asalariados, hasta que terminado el año han decidido deshacerse de ellos.
Por comunidades, me remito de nuevo, Cataluña es la que ha obtenido unos índices de empleo más ventajosos, tampoco es casualidad, de largo es actualmente la Comunidad en la que más obra pública hay en marcha.
Del análisis de este razonamiento, acertadamente, viene el principio de plan especial para el empleo de gente del sector de la construcción que el Gobierno anunció ayer tarde.
Pero hay una derivada más. En Madrid, toda la obra pública se encuentra absolutamente parada, posiblemente a propósito, con el único fin de cargar las listas del paro los meses preelectorales. Es un escollo más que encuentran los datos publicados ayer.
Preocupantes, pero no tanto.
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