sábado, agosto 30, 2008

Obama y el cambio.

El viernes por la tarde estaba en el aeropuerto de Dublín con la posibilidad de ver y oír no recuerdo muy bien que canal de noticias británico, donde daban en directo la presentación de la Gobernadora de Alaska Sarah Palin, (curioso apellido) como posible vicepresidenta por el partido republicano. Puedo asegurar que los no blancos en el acto de 85.000 personas podían contarse con los dedos de una mano.

Esto ha sido el colofón a una semana muy yanquie donde la convención del partido demócrata copaba su cuota de información diaria. Donde las idas y venidas de los Clinton, de la esposa de Barack Obama y de su vicepresidente Biden, han llenado los focos mediáticos de occidente.

Me resulta muy curiosa la política estadounidense, cada día más. Me resulta tan curiosa como sorprendente el tiempo que le dedicamos en países como el nuestro. Me asombra ver a concienzudos analistas hablar de los candidatos y me sorprende ver cómo los medios de comunicación asimilan los conceptos de derecha e izquierda con los partidos estadounidenses y cómo toman partido por ellos como si de unas elecciones nacionales se tratase.

Desde mi punto de vista es un error. La sociedad americana es tan especial, tiene tal doble moral que no se puede permitir el lujo de revoluciones políticas, ni siquiera de pequeños giros que cambien la idiosincrasia del país. Por eso esta vez las elecciones tienen cierto suspense. No desde el punto de vista de las ideas, sino de la capacidad de la sociedad norteamericana de aceptar que cambie algo. ¿Un presidente negro? Will Smith prometió que sería el primero, pero el intrépido Barack se le ha puesto en su camino.

Obama, me parece un actor más que un político. Insisto en que no voy a hablar de ideas, porque no creo que la política estadounidense cambie, al menos ambos candidatos defienden la salida de Irak. Pero Barack tiene un halo, un aura mediática. Tiene una forma de declamar en sus discursos, sin papel alguno, con los ojos siempre como a punto de romper a llorar, como si estuviese el cien por cien del tiempo ilusionado, que te hace darle un poco más de credibilidad a ese discurso del “CHANGE”. ¿Y si fuese verdad? ¿Y si fuese capaz de cambiar el modelo hipercapitalista de la sociedad norteamericana, donde la enseñanza pública es marginal, donde nadie tiene derecho a sanidad gratuita y si algo de eso cambiase?. Digo más, os imagináis que no hubiese cincuenta millones de norteamericanos que no les diese asco ver a un negro como Presidente de los Estados Unidos de América... eso sí que sería un cambio

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