Resaca del corazón.
(Homenaje a Carlos Alonso y Diego Armando dos compatriotas del mundo que dejaron su vida en un cruel, indiscriminado e inútil atentado del 30 de Diciembre)
El nuevo año deja en muchos casos sequedad bucal, malestar estomacal e intermitente dolor de cabeza. No soy de los afortunados que se permitieron el lujo de disfrutar de la noche de San Silvestre, pero también tengo resaca de fin de año.
Mi resaca no tiene su epicentro ni en el estomago, ni en la cabeza lo tiene en el corazón. Suena sensiblero, suena cursi, pero creo que es la sensación más cercana a la que tengo... Estoy pero no del todo, puedo hacer de todo pero no al cien por cien. Desde que el sábado 30 se quebraron los forjados del Parking D de la T4 de Barajas tengo resaca en el corazón. Tengo la ilusión truncada de lo que iba a ser un futuro sin el terrorismo horrible, gratuito e indiscriminado, tengo la ilusión truncada por las futuras victimas de más barbarie, tengo la ilusión truncada por los que hablaban desde la ciudadanía anónima del asiento de atrás de mi autobús de esperanzas de pacificación, tengo la ilusión truncada por los políticos que han visto la suya truncada de acabar con esa banda de criminales, tengo la ilusión truncada por los independentistas que creen en el Parlamento Vasco como el modo de luchar legítimamente por la independencia de Euskadi, tengo la ilusión truncada por mi.
(Homenaje a Carlos Alonso y Diego Armando dos compatriotas del mundo que dejaron su vida en un cruel, indiscriminado e inútil atentado del 30 de Diciembre)
El nuevo año deja en muchos casos sequedad bucal, malestar estomacal e intermitente dolor de cabeza. No soy de los afortunados que se permitieron el lujo de disfrutar de la noche de San Silvestre, pero también tengo resaca de fin de año.
Mi resaca no tiene su epicentro ni en el estomago, ni en la cabeza lo tiene en el corazón. Suena sensiblero, suena cursi, pero creo que es la sensación más cercana a la que tengo... Estoy pero no del todo, puedo hacer de todo pero no al cien por cien. Desde que el sábado 30 se quebraron los forjados del Parking D de la T4 de Barajas tengo resaca en el corazón. Tengo la ilusión truncada de lo que iba a ser un futuro sin el terrorismo horrible, gratuito e indiscriminado, tengo la ilusión truncada por las futuras victimas de más barbarie, tengo la ilusión truncada por los que hablaban desde la ciudadanía anónima del asiento de atrás de mi autobús de esperanzas de pacificación, tengo la ilusión truncada por los políticos que han visto la suya truncada de acabar con esa banda de criminales, tengo la ilusión truncada por los independentistas que creen en el Parlamento Vasco como el modo de luchar legítimamente por la independencia de Euskadi, tengo la ilusión truncada por mi.
Voy a contar como experiencia personal una cosa tan entrañable como curiosa. Una compañera de trabajo y amiga, bastante cercana, tuvo el infortunio de encontrarse en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas el pasado sábado a la hora de la explosión. Sufrió las consecuencias. El día 2 nos incorporamos y aun le temblaba hasta el alma. Contaba la experiencia personal que es tan reciente como desgarrada. Un relato que es tan digno de ser escuchado, tan humano, tan revelador, tan tangible... Un relato impresionante. Ayer mi amiga me envió al teléfono el sms que ya se ha hecho celebérrimo de apoyo entre los que creíamos en esta intentona por conseguir la paz. Textualmente dice lo siguiente: “Todos y todas con el Presidente y por el proceso de paz. En mi nombre, sí. Pásalo”. Ella a pesar de tener el susto en el cuerpo, a pesar de haber rozado la barbarie lo tiene claro. Me parece un gesto tan altruista, tan valiente, tan noble, tan a la altura de Paloma, a mi me conmovió. El Presidente también lo tiene claro. Ayer declaró que va a ser aun más consistente y más concienzudo en la búsqueda de la paz. Personalmente me alegra, me tranquiliza y me demuestra al igual que al resto de los españoles que la importancia de toda esta historia, que la importancia de la desaparición de ETA, no es el castigo ni la humillación de los verdugos, no es el cierre de las herrikotabernas, no son los millones de euros que cuestan los autobuses de San Sebastián, ni las obras de reconstrucción de la T4, todo esto son, y en este caso sí se puede utilizar el término, “daños colaterales” de lo que será la solución del problema que tenemos los españoles, son daños colaterales de la lucha por la paz, de la lucha por salir a la calle cada mañana y saber que tenemos un motivo menos por el que preocuparnos. Lo único que importa es que los asesinos cumplan sus penas y que no haya ni un muerto más, ni uno. El resto me da exactamente lo mismo.
Ayer recibí otra felicitación navideña. Supongo que de las últimas de las que están por llegar. Ponía sólo “Feliz 2.007”. Creo que lo va a ser. Creo que voy a tener que pegar mi ilusión, no sé con qué pegamento ni siquiera sé de que modo. Igual, colectivamente todos podemos encolarnos nuestros pedazos de ilusión y volver a soñar con un futuro sin atentados ni tiros en la nuca. Ahora estoy buscando de quién es este pedazo de ilusión que tengo en mi mano. La explosión fue muy fuerte y nos ha dañado a todos. Tendré que tomarme una cerveza que dicen que es buena para la resaca, quizá esa cerveza sea ver a nuestro Presidente buscando con más ansias si cabe la PAZ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario