Conspiratour.
Esta mañana, algunos, los más espabilados, ayer noche hemos conocido la exclusión del pelotón del Tour de Francia del líder de la carrera Michael Rasmussen. Como bien sabéis los que de vez en cuando leéis estas líneas, a pesar de mi gran afición, no es el deporte lo que ocupa este espacio, pero hoy tiene que ser una excepción, sobre todo cuando como en este caso el deporte se entrelaza con siniestros intereses económicos.
Antes de entrar en harina y al hilo de esta relación económico deportiva, destaco lo acaecido el pasado sábado en Madrid, donde en La Peineta (el próximo campo del Atleti, se quiera o no), se celebró la única prueba del Gran Prix Mundial de Atletismo en España. Bien, pues, en una ciudad que aspira a ser olímpica, no había ni un mísero cartel con el evento. Nadie se enteró del acontecimiento y en el barrio de San Blas la vida era incluso más tranquila que otros muchos sábados, denotando el escaso interés de la concurrencia… Esto me lleva a una reflexión algo más profunda sobre la sociedad madrileña. En una ciudad en la que las entradas del Master Series de Tenis se agotaron hace dos meses, cuando el torneo es en Octubre, cuando las entradas de los partidos del Eurobasket son imposibles de obtener, es incomprensible que un evento como el del sábado pase desapercibido. ¿Será que en La Peineta no hay palcos VIP? ¿Será que queda poco elegante llevar a clientes y proveedores a un mitin atlético? ¿Será que el atletismo no tiene el grado de “pijismo” suficiente que Madrid demanda?.
Pues con el Tour pasa algo similar .Existen, según cuentan tres fuerzas enfrentadas en el ciclismo mundial, las organizaciones de las tres grandes vueltas, la UCI y los equipos. Y parece que estos casos son armas arrojadizas de unos a otros. No es que lo parezca, es que lo es. Si además de una serie de controles médicos, como en todos los deportes, se basan las acusaciones en investigaciones paralelas, rumores infundados y gente deseando emponzoñar a sus rivales administrativos, los ciclistas acaban siendo lo que son ahora, marionetas.
Además marionetas que asumen su papel. Hacen plantes a voluntad, no reivindican sus derechos a vivir como deportistas normales, hacen declaraciones ingenuas, no se coordinan, son las grandes víctimas y los grandes culpables.
El ciclismo no va a morir nunca, los momentos de emoción y de esfuerzo que ofrece son inigualables. La consecuencia de esta lucha cainita por el poder económico del ciclismo es que los patrocinadores se alejarán, las televisiones se alejarán y algunos grandísimos ciclistas habrán visto truncadas sus carreras y los aficionados estaremos huérfanos de vivir sus grandes momentos de ciclismo.
Mientras tanto, lo triste, es que hombres de ciclismo embutidos en trajes de Armani estén dirimiendo sus disputas a base de arrojarse corredores dopados o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario