Otra vez la Copa América.
Valencia volverá a ser la sede de la Copa América. No habrá más dudas, ni más reuniones entre el dueño del sindicato suizo Alinghi, Ernesto Bertarelli, y el primer ministro de Italia, Romano Prodi, para valorar otras ciudades. Por ende, tampoco habrá más reuniones ni con otros políticos, ni siquiera con los nuestros.
Tras dos meses de intensas negociaciones, este fin de semana el Consorcio ha cerrado un acuerdo con ACM (America's Cup Management) para que Valencia repita como sede de la regata, en el que ha sido vital la participación del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y de la alcaldesa Rita Barberá. La hiperderechizada Valencia volverá a ser la sede de la competición y sus fastos en su próxima edición: (Probablemente en 2.009, como corresponde a un no cambio de sede)
En primicia, ya que seguramente la noticia se pondrá en común el miércoles o jueves de esta semana, hay que anunciar que el acuerdo.
Desde el punto de vista de la practicidad, la renovación del acuerdo conlleva un nuevo calendario de usos marinos para maximizar el rendimiento de la dársena e intuyo que también llevará aparejada un aluvión de infraestructuras para darle a Valencia una nueva capa de chapa y pintura.
Las cifras que se manejan, como canon, se encuentran en la proximidad de los 115 millones, un 27% más que esta edición. Además y para que todos estén contentos, con el fin de hacer partícipes a todos, y que todo el mundo pueda tener su foto, también nuestro Presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, y el dueño de Alinghi, Ernesto Bertarelli, se reunirán en las próximas fechas.
Mira, me parece bien, de verdad, sin ironías. El dinero público se gasta donde los ciudadanos quieren. Esto de la Copa América ha sido avalado por las urnas, igual que el Gran Premio de Fórmula 1 valenciano. Con ese dinero se pueden hacer 9 kilómetros de Metro, con sus estaciones respectivas, pero cada político opta por lo que le compensa, unos por Metros otros por eventos deportivos.
¿Y tú Gabino, por qué optas? (Frase inquisitoria al alcalde de Oviedo, para no iniciados)
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