Existe, habitualmente en el entorno de la izquierda abertzale un sentimiento de manía persecutoria constante y una sensación perpetua de que la sociedad y el estado de derecho españoles, no sabe distinguir a los terroristas de los que simpatizan con la ideología nacionalista vasca de izquierdas. Alentar desde las instituciones del estado ese sentimiento es un error que no ayuda a la normalización.
Cuando en una de esas macro operaciones policiales se producen esas detenciones masivas con escaso control a todo lo que huela a nacionalista para dar imagen de implacabilidad en algún colectivo determinado, a veces se cuelan errores, o aparentes errores, tal y como ha pasado con el sumario de Egunkaria.
Lo peor es que el hecho se da siete años después de la imputación y el cierre de ese medio de comunicación, transformando la desidia y la habitual lentitud judicial en aparente malas artes contra el entorno abertzale y por ende en razones morales para la queja y el victimismo.
La sentencia, hecha pública esta mañana, entiende que la línea informativa del periódico "permitía descartar que el periódico fuera un instrumento para la comisión de delitos" y define el cierre del medio de comunicación como "de difícil encaje en nuestro ordenamiento”
Pero como me resisto a no terminar mirando la cara positiva del error judicial, espero que alguien, con todo esto, haya aprendido a diferenciar entre el terrorismo y los que los sustentan y lo alientan, de los que su único pecado es ser vascos independentistas y de izquierdas. Párrafo que deseo multiplicar por diez si se trata de algo tan delicado como el cierre, la censura, de un medio de comunicación.
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