jueves, abril 08, 2010

Carajal de cajas.

El carajal de juntar las cajas es Jauja. Con esta burda aliteración resumo de una forma bastante somera mi pensar acerca de la que tienen montadas algunas, casi todas, las Comunidades Autónomas con las Cajas de Ahorros.

Desde la reforma de Fuentes Quintana en 1977, (donde se liberalizó el campo de acción de las cajas de ahorros, tanto en funciones como en ámbito geográfico) la situación en la que nos encontramos ahora era un tren que más tarde o más temprano terminaría arrollándonos. La entrada de las Cajas de una forma total en el sistema bancario español, en competencia directa con el resto de actores del mundo financiero, pero con injerencia política, era una mezcla demasiado inflamable. La crisis inmobiliaria ha sido su chispa detonadora.

Las cajas, casi en su totalidad, han sido instrumentos manejados por ayuntamientos, CCAA, y sobre todo por partidos políticos para disponer de ilimitados recursos financieros para operaciones urbanísticas a lo largo de España. El carácter social, benéfico, tornado en un “sin ánimo de lucro”, ha sido malentendido y el poder político ha hecho de las cajas de ahorros su cortijo.

A día de hoy, la inmensa mayoría se topa con unas deudas inasumibles, con una “morosidad promotora” enorme y una supervivencia que los más optimistas definen como complicada.

La solución la han pensado sencilla. En las sedes de los principales partidos políticos se debieron sentar, como si de una partida de Risk se tratara y comenzaron a hacer alianzas, absorciones y compras, la mayor parte absolutamente contra natura. El resultado, un enjambre de noticias que se agolpan, sin concretar en nada, cada día en los medios de comunicación de posibles uniones de cajas que, como denominador común, tienen únicamente el color político de sus gestores.

No importa el tamaño, ni la cercanía geográfica, ni el estado financiero cuantitativo, suena a anuncio de periódico: “Caja en apuros busca solvente para fusión o lo que surja”.

La sociedad que aun siente las cajas como propias, en un curioso y comprensible sentimiento localista, cosa que los políticos entienden, asiste atónita y muchas veces enojada, al desorden.

Prometo hacer un seguimiento caso a caso de los movimientos que se vayan produciendo, demostrando así la incapacidad del político para hacer economía seria, pero hoy sólo una recomendación general.

Por favor, coherencia con esos movimientos. Los colores políticos de hoy no serán los del mañana y uniones estarán hechas y desembocarán en cruentas luchas de poder territorial, bastante lio hay ya. En economía, no todo vale.

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