Un artículo de cinco días que he visto “posteado” esta semana en el Facebook me ha recordado que tenía pendiente comentar el tema de los Colegios Profesionales y el Visado, desde hace tiempo, más concretamente desde que la aprobación de la famosa Ley Ómnibus (de recuerdo obligatorio por las huelgas del sector del taxi) se aprobase.
La ley, en lo que al aspecto del visado se refiere, tiene la intención de eliminar su exigencia en muchos casos. De hecho, contiene una serie de puntos en los que se busca la limitación de unas supuestas “rigideces existentes” que se definen y en los que se aboga por la “desaparición de los caros e innecesarios visados”
Pero parece que esa corriente de pensamiento que se refleja en la ley ha calado y tiene muchos más seguidores de los que parece. Por ejemplo, en el artículo de cinco días, se criticaba de forma un tanto desmesurada la campaña que muchos colegios profesionales (entre ellos el de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos) han puesto en marcha en su defensa.
Personalmente me parece un debate bastante vacuo y alejado de la realidad. En tiempos en los que el descontrol en las titulaciones universitarias, (véase la proliferación de las “poco controladas” universidades privadas) tiene una tendencia creciente, los colegios deben ser el garante del buen hacer profesional.
Cuando se habla del visado, se vende como un instrumento de mera recaudación que sirve para encarecer los proyectos y permite a una clase acomodada en los colegios profesionales vivir a todo lujo, mera demagogia (me recuerda mucho a la polémica con la SGAE, a otra escala, obviamente).
Desde dentro, el visado de un documento técnico, permite al profesional, por ejemplo, ampliar la cobertura de su seguro de responsabilidad civil, asegurarse el pago del trabajo y estar avalado en todos los aspectos por su Colegio, ¿parece poco?. Sin duda, todas estas cosas, no son sólo buenas para el profesional, sino que también los son para la sociedad en caso de algún daño de entidad-
Pero además, el visado como instrumento y el Colegio como institución necesitan tener bajo control la profesión, y eso se hace mediante la revisión, el archivo y la certificación de los proyectos importantes, si se desea la proliferación de una correcta praxis y su consiguiente avance técnico.
Animo, encarecidamente a que los colegios profesionales peleen por la vigencia de los visados y las colegiaciones, que no es más que pelear por su subsistencia.
Afortunadamente el asunto va encaminado a que, al menos en lo que a la ingeniería civil corresponde, las cosas seguirán más o menos como están, lo que, aunque algunos le llamen demagogia, es sin duda, una garantía de fiabilidad para la sociedad.
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